La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

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Carmen Ferreras

Gordofobia

Lejos de moderar sus constantes chorradas, la Montero sigue disparada

Cartel objeto de la polémica MINISTERIO DE IGUALDAD

Me parece un despropósito que, constantemente, se intente estigmatizar a las personas sobradas de peso, a los gorditos y a las gorditas. Y se haga con todo tipo de apelativos, pocos de ellos cariñosos y comprensivos. Parece que sólo las personas delgadas pueden triunfar en todos los ámbitos profesionales. Si sobran kilos, faltan puestos de trabajo. Lamentablemente es así. Sobre todo si están relacionados con la imagen. Como si las mujeres curvys no gozaran de encantos, los tienen. Siempre se dijo que más vale tener que desear. En otro tiempo, incluso las curvas eran más valoradas. Ahora son los cuerpos rectilíneos, la delgadez, a veces anoréxica, la que triunfa.

La que no pierde ocasión de meter la pata, de crear absurdas polémicas, de caer en el más espantoso de los ridículos es una tal Irene Montero a la que su relación con el entonces líder de Podemos le facilitó por la horizontal el ascenso a un ministerio. ‘El bien pagao’ como se le conoce en otros círculos ministeriales. El ministerio de Irene Montero, porque es de ella y solo de ella, destila improvisación, adanismo, amateurismo, oportunismo y todos los ismos negativos que quiera añadirle y eso viene siendo así desde el inicio de su andadura como componente del Gobierno. Lejos de madurar, lejos de cambiar a mejor, lejos de moderar sus constantes chorradas, la Montero sigue disparada. Y con ella su grupìto de amigas, corifeos que la jalean y aplauden desde el rebaño.

Las campañas emanadas de este ministerio constituyen una provocación, un insulto a veces, una falta de sensibilidad absoluta hacia la propia mujer, un trampolín para la práctica y difusión de un pretendido feminismo que no tiene parangón en el mundo mundial. La última campaña frivoliza con la obesidad y la gordofobia, mostrando a distintas mujeres curvys a las que no se ha solicitado su permiso para aparecer en ellas y, para más inri, las fotos se han manipulado. Las redes han estallado y las burlas están a la orden del día.

Un producto de ínfima calidad que ha costado un pastizal y que flaco favor ha hecho a las mujeres en general y a las entraditas en carnes en particular. Que deje de jugar de una puñetera vez con la morfología corpórea de las mujeres. No necesitamos sus consejos a modo de eslogan, ni esa dimensión superficial que acompaña sus torticeras campañas. Ha expuesto a las mujeres curvys a la mofa y la befa de muchos sin necesidad alguna. ¿Cuándo le pararán los pies a esta chica? Ni las feministas cabales y serias la toleran ya. Ahora, tampoco las gorditas que han sido sobreexpuestas sin necesidad.

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