La Opinión de Zamora

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José Manuel del Barrio

Siete días y un deseo

José Manuel del Barrio

Todos somos la Sierra de la Culebra

Que el fuego arrase uno de los recursos más preciados de estas tierras es devastador

MANIFESTACION SIERRA DE LA CULEBRA. EMILIO FRAILE

No hay nada más urgente en estos momentos en Zamora que atender las necesidades de quienes han sufrido las consecuencias de los sucesivos fuegos en la Sierra de la Culebra y en sus entornos más cercanos, como en los Valles de Benavente y otras localidades de Tábara y Alba. Mis viajes por las zonas afectadas me siguen produciendo una sensación de derrota personal y colectiva. Cuando observo los paisajes calcinados, aparte de quedar impresionado, la pregunta que me hago siempre es la misma: “¿Pero cómo y por qué ha sido posible esta tragedia? ¿Acaso nos merecíamos esto?”. Nadie se merece algo parecido, ni aquí ni en rincón del mundo. Pero dado que estamos aquí y que todos conocemos la situación de Zamora, que el fuego arrase uno de los recursos más preciados de estas tierras es devastador. Porque puede ser la puntilla de la derrota y la desesperación colectiva, como se ha percibido en las manifestaciones que se han sucedido durante los últimos días en la capital y en otras localidades directamente afectadas por las llamas.

Puede ser la puntilla de la derrota y la desesperación colectiva, como se ha percibido en las manifestaciones que se han sucedido durante los últimos días en la capital y en otras localidades directamente afectadas por las llamas

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Y tras la atención de las necesidades más inmediatas, hay que ponerse a trabajar cuanto antes en un plan de reforestación y, sobre todo, de desarrollo rural integral y sostenible. De nada servirá volver a plantar pinos u otras especies arbóreas si, al mismo tiempo, no diseñamos una estrategia de desarrollo que vaya mucho más allá, es decir, que cuide a las personas como se merecen y, al mismo tiempo, que piense en el futuro, poniendo en marcha medidas y acciones específicas para valorizar los recursos de una zona privilegiada que, sin embargo, no ha conseguido los resultados que a todos nos gustarían. Porque la fuga de población es el síntoma más evidente de que el futuro casi siempre se ha buscado fuera. Un futuro que podía haberse construido en el territorio si realmente las cosas se hubieran hecho de otros modos y maneras. Por ejemplo, si sabemos que la madera es un recurso imprescindible en la sociedad y que lo seguirá siendo en el futuro más inmediato, ¿por qué no han brotado negocios vinculados a su transformación?

El problema es cuando los intereses particulares se imponen a los intereses colectivos, olvidando que el desarrollo sostenible solo es posible desde una estrategia comunitaria

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Pero las dudas y los interrogantes pueden llegar hasta el infinito. Desde el debate sobre el mantenimiento de los bosques durante todo el año hasta las restricciones que las administraciones imponen a las poblaciones locales para realizar las tareas de siempre, sin olvidar los eternos conflictos entre quienes observan el territorio desde perspectivas distintas. El debate sobre la protección del lobo es un ejemplo muy claro de cómo una zona puede verse y entenderse desde concepciones tan opuestas. Y no es algo nuevo, porque precisamente la sociedad es un conjunto de fuerzas vivas, es decir, de grupos, instituciones, organizaciones, etc., con intereses y estrategias diferentes que buscan alcanzar sus objetivos. El problema es cuando los intereses particulares se imponen a los intereses colectivos, olvidando que el desarrollo sostenible solo es posible desde una estrategia comunitaria. Por eso es importante que la recuperación de la Sierra de la Culebra se haga desde otros parámetros. Aún estamos a tiempo. ¿Lo conseguiremos?

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