Si Zamora merece que se quemen / los paisajes sin gente, vaciados, / por lesa economía que nos echa / de esta tierra que hemos abandonado. / Si esta tierra merece el abandono / de los campos, las huertas, el ganado: / del campo que te anima y te sustenta / para ser un paisaje despoblado.
Si el paisaje merece que le llamen / de la biosfera paraje reservado / por los ecosistemas que contiene / ecológicamente valorados. / Si valor merece el ecosistema por la UNESCO reserva declarado / ¿Por qué se quema nuestro ecosistema? / ¿Por qué Zamora se nos ha quemado?
Si un pastor muere junto a sus ovejas / contra la tierra en llamas batallando, / no estaba tan vaciada nuestra tierra / de sus mejores gentes trabajando. / Y si muere un bombero rodeado / por el fuego infernal que está apagando, / para que nos protejan de las llamas / son más manos las que necesitamos.
Si se mueren los pueblos y se cierran / las casas, las haciendas, y los campos / de maleza, marañas y espesuras / sustituyen a nuestros sembrados. / Si se mueren los pueblos y se cierran / tiendas, bares, escuelas… y el tejado / de la iglesia se hundió ¡válgame el cielo! / El pueblo necesita más cuidado.
Los montes necesitan que el incendio / se apague antes de arder en el verano: / con la limpia, el desbroce y el cuidado, / en los meses de invierno y de trabajo. / Trabajo necesita nuestra gente / para seguir esta tierra cuidando. / Y sí, reserva de la biosfera / sembrando el campo, cuidando el ganado.
Se necesita que los forestales / que su vida y salud han arriesgado / vean reconocido su servicio / ¡Salarios justos para su trabajo!
Y necesita si se quema el monte, / o el pueblo entero está amenazado / de abandono, de olvido, de injusticia / que históricamente se ha aplicado… / Se necesita que los forestales / que su vida y salud han arriesgado / vean reconocido su servicio / ¡Salarios justos para su trabajo!
En la ciudad cercada por el fuego / que, aunque lejos también era amenaza, / se abrieron los pabellones como brazos / que a los desalojados abrazaban. / Policías, bomberos, concejales, / los que en los pabellones trabajaban / para acoger a nuestra buena gente / ponían corazón, trabajo y alma.
Cruz Roja y ONGs, particulares, / hosteleros, vecinos… se afanaban / en recibir con dignidad al pueblo / de los pueblos que se nos quemaban. / Porque si se nos quema la provincia / -esta que dicen que está vaciada- / el vacío se adueña de nuestro cuerpo / de nuestra humanidad, que es nuestra patria.
Si se te parte el alma que no existe / cuando te desalojan de tu casa. / Cuando llega la gente en autobuses / con su vida perdida en las miradas. / Si el alma que en sus ojos se refleja / nunca es el de la tierra calcinada / sino el del pueblo donde de pequeños / les enseñaron la palabra “gracias”.
Si el alma agradecida se demuestra / en los gestos sencillos, las miradas / de pena porque se nos han quemado / la sierra, alguna nave, ¡ay!, nuestra casa. / Si el alma que no existe se conmueve, / si el alma que no existe se hace agua / que se queda llorando en la garganta / y no te deja pronunciar palabras…
Si mi llanto no vale como lluvia / que recupere la tierra quemada. / Si no puedo devolver el verde al campo / y alimentar los pastos con palabras… / Quiero reconocerme en vuestra pena por la tierra quemada. / Y deciros porque seguís luchando/ por esta tierra que es la nuestra: ¡gracias!
Nos veremos también reivindicando / que nuestra tierra no es tierra quemada. / Que del trabajo nacen brotes verdes / de verdad, no de la propaganda. / Ese verde que aunque hoy parece tan negro / tras la lluvia será verde de esperanza.
(*) Portavoz de Izquierda Unida en la Diputación de Zamora