La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

Zamoreando

Carmen Ferreras

Un fuerte abrazo

¡Es tanto lo que tenemos que agradecer a la Benemérita!

Un guardia civil, ante su ordendor

No les pagan para eso, aunque algunos malnacidos así opinen. Les pagan para protegernos, para defendernos, para velar por nuestra seguridad, por tierra, mar y aire, y en ese empeño, cuantas veces, resultan heridos e incluso muertos. Pero no les pagan para eso, no les pagan para morir. El teniente coronel de la Guardia Civil, don Pedro Alfonso Casado al que el pasado viernes hirió un hombre atrincherado en la vallisoletana Santovenia del Pisuerga, es un hombre valiente, un experimentado agente de la Benemérita que ha participado en operaciones antiterroristas y suma 25 años de servicio en la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, unidad de élite de la que es jefe. Quiso negociar y el disparo casi a bocajarro de un hijo de perra, se lo impidió. Frente a la mala bestia, sólo estaba la Guardia Civil.

El teniente coronel de la Guardia Civil, don Pedro Alfonso Casado al que el pasado viernes hirió un hombre atrincherado en la vallisoletana Santovenia del Pisuerga, es un hombre valiente

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¡Ojalá siga siendo el jefe de esa Unidad por muchos años! Cuando alguien despotrica de la Guardia Civil, cada vez menos porque todos los españoles valoramos su trabajo con la nota más alta, me llevan los demonios. ¡Es tanto lo que tenemos que agradecer a la Benemérita! A los de aquí, de Zamora, capital y provincia, a los de toda España y en especial a los que no tienen siquiera elementos con los que defenderse, en Ceuta y Melilla, donde son atacados con cal viva, con ácido procedente de baterías, con pinchos fabricados artesanalmente que los asaltantes de la valla no dudan en clavar en sus cuerpos desprotegidos. ¡No llevan ni un puto chaleco antibalas! No tienen herramientas disuasorias. No se las proporcionan.

El Gobierno se desgañita pidiendo que se abra el paraguas protector de la OTAN sobre las ciudades autónomas, pero a la Guardia Civil la ningunea, la maltrata, por omisión. Cuando al pertinente jurado de los Premios Princesa de Asturias le cueste encontrar destinatarios para su Premio a los Valores Humanos, que alguna vez piense en la Guardia Civil. En su impagable labor, en esa entrega suya, en su generosidad, en que la Guardia Civil permanece, incluso en la línea de fuego, cuando los demás, hablo de los políticos, desaparecen incluso del mapa.

No se puede sacar pecho delante del resto del mundo cuando a la honrada Guardia Civil se la abandona a su suerte, se la maltrata o se hace caso omiso a sus reivindicaciones. Porque la Guardia Civil nunca se queja, reivindica contando su realidad que no es nada halagüeña, sobre todo en según qué puntos de España. Sin embargo, ahí están, cumpliendo con su deber. Hoy, mi abrazo más cálido es para el conjunto de la Benemérita y para el teniente coronel Pedro Alfonso Casado.

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