La Opinión de Zamora

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José Manuel del Barrio

Siete días y un deseo

José Manuel del Barrio

Paisajes, reacciones y demás

El fuego, como se ha visto, no deja indiferente a nadie. ¿Aprenderemos?

MANIFESTACION POR EL INCENDIO DE LA SIERRA DE LA CULEBRA EMILIO FRAILE

Paisajes. Es lo que observan nuestros ojos cuando miramos atentamente todo lo que nos rodea. Vivimos rodeados de un sinfín de paisajes: todo lo que tocamos, lo que olemos, lo que escuchamos o lo que sentimos va dibujando nuestros paisajes. Son escenarios en los que representamos lo que somos y lo que nos gustaría ser. A veces los cuidamos con mucho mimo, como a los juguetes que recibíamos cuando éramos niños, y en muchas más ocasiones de las deseadas, en vez de atenderlos con delicadeza, los utilizamos de modo vergonzoso. Por tanto, a veces los paisajes sufren las consecuencias de decisiones humanas, pero también son el resultado de los efectos de la naturaleza, es decir, de las condiciones medioambientales. Por ejemplo, si cae un rayo en la Sierra de la Culebra, es probable que se desencadene un incendio. Y si caen cientos, pues entonces ya sabemos lo que puede suceder. Y eso es lo que hemos vivido durante los últimos días en uno de los paisajes más hermosos de esta provincia. Ahora ya saben lo que queda: solo cenizas.

Qué será de nosotros?, me decía el otro día un buen amigo mientras caminábamos entre pinos. ¡Y yo qué sé!, le solté como un rayo, como si uno tuviera respuestas para todo

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Reacciones. Es lo que solemos practicar cuando alguien nos dice algo o cuando observamos conductas, actitudes, costumbres, etc., que pueden gustarnos muchísimo pero que también pueden enervarnos con suma facilidad. Sucede en todos los ámbitos y escenarios de la vida cotidiana: en el trabajo, en la escuela, en los campos de fútbol, en la cama, en el hospital, en los bares de la esquina, en las farmacias de guardia o incluso en los paseos a media tarde. Siempre estamos reaccionado. A veces lo expresamos con palabras, gestos o miradas, y a veces callamos, aunque en el interior de cada persona se estén cociendo reacciones silenciosas. Tras el incendio en la Sierra de la Culebra hemos visto y escuchado reacciones muy diversas: de enojo, irritación, cólera y enfurecimiento, pero también de agradecimiento por las atenciones recibidas en los alojamientos que sirvieron de hospedajes de urgencia. Y es que todo es posible y hasta comprensible tras un incendio. El fuego, como se ha visto, no deja indiferente a nadie. ¿Aprenderemos?

Y para el final quedan un saco de ideas, reflexiones, lecciones y aprendizajes, de los últimos días pero también de los últimos meses, con todas las circunstancias y sucesos que estamos viviendo: desde los efectos de la guerra en Ucrania, hasta las consecuencias de la inflación y la carestía de la vida en todas las personas aunque, de modo mucho más directo, en las más vulnerables, pasando por la relajación que estamos observando en nuestros modos de diversión tras los dos años más complicados de nuestras vidas. ¿Qué será de nosotros?, me decía el otro día un buen amigo mientras caminábamos entre pinos. ¡Y yo qué sé!, le solté como un rayo, como si uno tuviera respuestas para todo. No obstante, le confesé que el panorama o, mejor dicho, los paisajes que se divisan son grises y huelen mal, a veces muy mal. Por tanto, que nadie se extrañe porque la gente, es decir, usted y yo, reaccionemos de tal o cual manera ante lo que observamos, olemos, tocamos, saboreamos o escuchamos. Lo irracional sería no hacerlo. Vamos, digo yo.

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