El naufragio socialista a domicilio en Andalucía vuelca el tablero político español. Por si el PSOE no llevaba amontonados suficientes errores, agravó sus perspectivas al basar la campaña en el tópico de que «un voto al PP trae a Vox». Es la única faceta en que los andaluces han obedecido a la izquierda, votando masivamente a los populares para evitar la entrada de la extrema derecha en la Junta. Con la sangre fría, la mayoría absoluta de su rival golpea a los socialistas con más fuerza que un ejercicio de contorsionismo PP/Vox.

El PSOE en minoría absoluta se las prometía muy felices tras la decapitación de Pablo Casado, una ejecución en el origen del tsunami de ayer. El desastre absoluto de los socialistas facilita al PP un horizonte despejado hacia La Moncloa, tal vez en solitario. De hecho, el triunfo en las generales ya es ahora mismo de la derecha entusiasmada con independencia de los artificieros del CIS, a la izquierda desmayada solo le queda la épica de la reconquista del palacio.

Si la victoria de Díaz Ayuso en Madrid originó un año atrás una remodelación integral del Gobierno, la onda nuclear de Andalucía obliga cuando menos a convocar unas elecciones anticipadas. No son probables pero, antes de que los conformistas balbuceen desde el integrismo progresista que son solo unas autonómicas, conviene preguntarse en cuántas autonomías puede garantizar el PSOE que ganaría hoy con la holgura suficiente para gobernar en solitario. El acertijo puede trasladarse a las municipales en las grandes ciudades. A cambio, los socialistas se consolidan como segunda fuerza española, a distancia de Vox.

El PSOE podía asimilar la goleada directa de 57 a 37 (por un global de 71 a 38) en cualquier región, salvo en Andalucía. El anodino Moreno Bonilla, que acaricia un estratosférico 45 por ciento del voto y dobla ampliamente sus 26 escaños anteriores, se reencarna en un estadista campeonissimo con más carisma que Ayuso o más belleza que Pedro Sánchez.

Las limitaciones de un vencedor con efluvios de los hermanos Álvarez Quintero humillan adicionalmente al derrotado.

La mayor herida que sufre el PSOE proviene de quienes se ha negado a reconocer la gravedad de su situación, y que planteaban como techo que elPP superara en solitario a las izquierdas, una barrera pulverizada por los populares. En cambio, a Vox se le aprecian las primeras arrugas por exceso de histeria. El rechazo de los indecisos a la extrema derecha es la venganza contra el griterío desafinado de Macarena Olona.

La desaparición de Ciudadanos es una gran noticia para la democracia, Arrimadas es tan ruinosa como Albert Rivera para el liberalismo en falso. A la izquierda de la izquierda asintomática, el proyecto que prospera en Francia se ha dividido por dos en siglas y en escaños totales. Las dos formaciones refugiadas bajo el paraguas de la palabra Andalucía compartirán el papel decorativo y quejumbroso de los perdedores natos. Era más funciona decir Podemos a secas.