La Opinión de Zamora

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Demetrio Madrid

Relaciones peligrosas para la salud democrática

Toca combatir con decisión e inteligencia para salir de esta desazón, relativismo y apatía

Fachada del Congreso de los Diputados E.P. MADRID| Eduardo Parra - Europa Press

Todas las agrupaciones y organizaciones en la que participan personas tienen, o han tenido, dificultades de entendimiento, incluyendo las empresas, los sindicatos las iglesias y, antes las tribus y las familias y por supuestos los partidos políticos. Pareciera consustancial con la condición humana. Lo venimos comprobando en España a lo largo de su historia y desde nuestra experiencia personal y social. De ahí que, si queremos conseguir cierta calidad cívica y ética de nuestra relación es importante una cultura política de acuerdo con los principios y valores republicanos que nos conduzcan hacia actitudes y prácticas más solidarias y protectoras de los derechos humanos, que hagan posible la mejora de la convivencia cívica y democrática en todos los lugares en los que estemos o vivamos.

La calidad democrática, depende de la disposición en que se implante dentro del propio sistema y la convivencia. Y si esta (la libertad y la calidad) se acercan, o no, a las aspiraciones de los ciudadanos. De ahí que si queremos que la política sea un derecho y una pretensión seria, debemos tomar decisiones, para lo cual se deben aplicar programas con evidente dosis de pedagogía. De tal manera que la relación de los partidos políticos, por su puesto, democráticos se necesita mutuamente. Ya sabemos que el llamado desencanto puede llegar a ser un fenómeno negativo del proceso de las libertades, porque la democracia es (o debe ser) una aspiración para los individuos y para las sociedades modernas. Para lo cual se exige partidos políticos y gobiernos capaces. También conocemos que siendo la política muy importante, no es la única instancia que totalice nuestra existencia ni agota nuestra vida social.

Si queremos garantizar la salud democrática tendremos que diferenciar nuestras relaciones con los grupos democráticos y saber quiénes son los peligrosos

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Conocemos por nuestra Constitución que los partidos políticos conforman la participación política de los ciudadanos, también conocemos que son instituciones que buscan influencia en el seno del Estado, y si tienen el apoyo popular, ocupar posiciones en el Gobierno. Así de claro lo explica el Articulo 6 de nuestra Carta Magna: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política, su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley”.

A estas alturas de la aprobación de la Constitución Española, habrá que estar muy atentos para que no se produzca la desesastiblización por algunos buscada, ni se quiebren los avances logrados; así como denunciar los intentos de descalificar y deslegitimar los avances por parte de una determinada opinión pública y “publicada”. También es responsabilidad de algunos gobiernos y de los propios partidos, ya que alguno de ellos, más que desear la solución de los problemas de los ciudadanos tratan de enmarañar las situaciones, aprovechando cualquier problema para desprestigiar la democracia y por lo tanto la convivencia. Eso tiene una consecuencia en el orden de la concordia, también en relación al respeto de los derechos y libertades individuales, incluso en la separación de poderes, con el consiguiente peligro y con el riesgo de retroceder en nuestra historia.

También estamos observando con enorme preocupación y como un peligro para la quiebra y convivencia, que existen partidos que no aceptan las reglas democráticas; por ejemplo que solo admiten los resultados electorales cuando ellos ganan las elecciones. Como todo el mundo conoce estos partidos suelen proceder de algunos nacionalismos radicales y de los populismos intransigentes.

Así mismo, conocemos la formación de partidos sobre la base de determinadas ocurrencias y que obedecen a coyunturas geográficas y personales. Algunos los denominan atrapalotodo. Incluso son movimientos que nacen para socavar la democracia y terminar con el Estado de derecho. Una buena muestra la tenemos en nuestro País con la creación de diez nuevos partidos de ámbito estatal en los últimos años. De manera que de Albert Ribera, Pablo Iglesias, Pedro Casado, solo Pedro Sánchez será candidato ante las próximas elecciones. (Cuando sean).

Se agrava esta situación cuando se emplean falacias y se proclama que todos los males proceden del sistema democrático y de las libertades. Manteniendo un discurso (más bien una arenga) del catastrofismo. Combatiendo todo intento de normalidad utilizando el desaliento, cuando sabemos que una sociedad sin algún grado de esperanza e incluso de ilusión, es una sociedad condenada al fracaso. ¿Que sería de los jóvenes sin esperanza y cierta ilusión?

Por otro lado la utilización de determinados grupúsculos, que son bien conocidos, así como determinados profesionales y tertulianos utilizan el relativismo (haciéndolo siempre en negativo) y la ambigüedad calculada, ante una sociedad que por una parte está despolitizada, al tiempo que cada vez más polarizada; conviviendo situaciones antagónicas y en ocasiones sorprendentes, incluso en su proceder interno y en ocasiones compartiendo responsabilidades gubernamentales. Es pues necesario que los partidos políticos deben dedicarse a establecer el orden, en vez de contribuir al caos, dar seguridad en vez de miedo, sencillez y no complejidad.

Estas circunstancias nos sitúan inevitablemente a tener que combatir con decisión e inteligencia para salir de esta desazón, relativismo y apatía. Las formaciones democráticas y especialmente los sindicatos de clase, las universidades, asociaciones culturales y partidos políticos, también las familias, tienen que hacer un enorme ejercicio de pedagogía, fomentar el pensamiento crítico para que los ciudadanos distingan lo bueno de lo malo. Si queremos garantizar la salud democrática tendremos que diferenciar nuestras relaciones con los grupos democráticos y saber quiénes son los peligrosos.

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