La Opinión de Zamora

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José Manuel del Barrio

Siete días y un deseo

José Manuel del Barrio

Dos ejemplos de éxito

Dos buenos ejemplos del cooperativismo en la provincia

ZAMORA. PRESENTACION NUEVA FABRICA GAZA JOSE LUIS FERNANDEZ

Durante los últimos días hemos conocido varias noticias sobre los éxitos de algunas empresas o, más bien, cooperativas de Zamora: Cobadu y Gaza. En el primer caso, la histórica cooperativa ha sido premiada por el Colegio de Ingenieros Agrícolas de Madrid por su compromiso con la agricultura y ganadería social, sostenible y respetuosa con el medio ambiente. El premio se suma a un amplio listado de reconocimientos durante las últimas décadas. Y en el segundo caso, con la nueva fábrica de Coreses a pleno rendimiento, Gaza ha incrementado su producción y se ha consolidado como la marca líder del sector lácteo en Castilla y León. Curiosamente, los dos estandartes de la producción, transformación y comercialización de productos de primera necesidad puedo contemplarlos desde mi residencia habitual, ya que los silos, naves o torres de ambas cooperativas se divisan desde varios kilómetros a la redonda. Y cuando las observo con calma, siempre llego a la misma conclusión: “¡Qué orgullosos deberíamos de estar todos los zamoranos!”.

Yo soy fan de un cooperativismo eficaz y eficiente con los modos de producción y comercialización, responsable tanto social como medioambientalmente, respetuoso con los derechos humanos y comprometido

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Y no es para menos. Las dos cooperativas (sí, lean bien, cooperativas) son la demostración de que la filosofía del trabajo cooperativo también es posible en el campo. Son dos ejemplos de éxito que deben conocerse y analizarse con profundidad, ya que rompen los numerosos mitos y estereotipos sobre la supuesta incapacidad de los ocupados en el sector primario (agricultura, ganadería, pesca, silvicultura, etc.) para crear estructuras de colaboración para producir y, sobre todo, comercializar las producciones obtenidas, ya sean cereales, legumbres, hortalizas, miel, ganado, leche, pescado, madera, etc. Pero también es muy conveniente conocer las razones por las que aún hay personas descreídas con el cooperativismo y consideran que es preferible o mucho más ventajoso seguir trabajando y vendiendo las producciones obtenidas en el sector primario de modo individual. Los dos extremos existen y, por tanto, deben conocerse los pros y los contras, los modos de funcionamiento y, sobre todo, las lecciones y los aprendizajes obtenidos.

Yo soy fan de un cooperativismo eficaz y eficiente con los modos de producción y comercialización, responsable tanto social como medioambientalmente, respetuoso con los derechos humanos y comprometido con las necesidades del entorno social en donde surge y se desarrolla. Porque un sistema cooperativista moderno va mucho más allá de producir y vender más y mejor, buscando únicamente la rentabilidad económica. Un sistema cooperativista debe ser también un motor de cambio y transformación social en todos los sentidos. Y por eso estoy tan satisfecho con los casos que hoy vuelvo a sacar a la palestra, Cobadu y Gaza, porque hasta donde yo sé son ejemplos de eso que los sociólogos llamamos “capital social”. Pero voy mucho más allá: las dos cooperativas rompen esas ideas trasnochadas que aún circulan por estas tierras sobre la supuesta incapacidad de los zamoranos para poner en marcha proyectos innovadores de desarrollo. Menos mal que los dos modelos están a la vista porque si no ya sé qué estaríamos pensando en estos momentos.

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