La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

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Carmen Ferreras

“Preocupación creciente”

El éxodo masivo de entidades bancarias ha hecho más vulnerables a los pueblos

Un cajero en la vía pública. | LOZ

El Procurador del Común ha puesto de relieve algo que venimos denunciando desde hace mucho tiempo, la “preocupación creciente” por la “exclusión financiera” que padece el mundo rural. Es vergonzoso lo que ciertas entidades bancarias han venido haciendo a lo largo de los últimos años: cerrar la práctica totalidad de sus sucursales en la provincia. Digo y repito hasta la saciedad que si no fuera por Caja Rural, aviada iba la provincia. En este aspecto me encanta la firmeza de su director general, Cipriano García, siempre pendiente de estos vaivenes que a nada conducen, si acaso a la estigmatización del medio rural.

Aprovecho para decir que en base a algunas situaciones y sobre todo en base a ciertas actuaciones, en Caja Rural acabarán cansándose. Noto a Cipriano García, no ya descontento, sino perplejo y un tanto harto o puede que cansado por ciertas cosas que suceden y que no tienen otra explicación que no sea el afán de protagonismo de unos, los personalismos de otros y la censura de los de más allá. Sería una pena que perdiéramos el apoyo de Caja Rural. Su expansión va viento en popa y a toda vela, seguro que mejor tratada, apoyada y querida que aquí en Zamora, ciudad de eternos descontentos y de un cainismo impropio. Nunca fue aconsejable eso de morder la mano que te da de comer.

Este éxodo masivo de entidades bancarias que se ha producido en la provincia ha hecho más vulnerables si cabe a los pueblos, sobre todo a aquellos con menos recursos, con menos potencialidad. Los bancos no pueden someter a sus impositores a esa tiranía de la falta de atención personalizada. Están en la obligación de crear empleo y riqueza y eso pasa por atender con eficiencia y eficacia a los clientes. Sólo que lo único que les importa es la cuenta de resultados. Tienen muy mal perder. Y eso que nunca pierden, si acaso reducen sus ingresos.

Comparto la preocupación del Procurador del Común por esta lamentable situación que no tienen intención de corregir. El castigo a tamaña osadía pasa, sin duda, por retirarles la confianza o lo que es igual, retirar los dineros en ellas depositados. Tengo la sensación de que eso ni les preocupa. Deben tener a Zamora para la calderilla. Y eso que en esta tierra la calderilla es abundante entre según quienes. Una calderilla que para mí quisiera y a la que los bancos no le hacen ascos, pero la maltratan.

No se puede abandonar a los pueblos hasta estos extremos absolutamente preocupantes. Extremos que contribuyen en gran medida a la despoblación. A la hora de buscar culpables sabemos dónde encontrarlos.

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