Desde que estudie Filosofía del Derecho y Derecho Natural, soy un fiel observante de las normas y enseñanzas emanadas de ambas disciplinas.
Por eso, el anunciado proyecto del Gobierno español sobre la nueva ley del aborto, sin previa autorización paterna además para la decisión de las jóvenes de 16 y 17 años de poner fin a su embarazo, - lo que puede determinar que sea anticonstitucional, aunque la mayoría de edad sanitaria esté ahora en los 16 años-, me produce indignación, rechazo y amargura, porque nadie tiene derecho natural ni ético, ni puede tenerlo, a destruir de manera alevosa un nuevo ser inocente, indefenso y gestante en el vientre materno, a pesar de los casi 100.000 abortos anuales practicados los últimos años en nuestra nación, 85 % de ellos en clínicas privadas y al amparo de la ley aún vigente sobre la materia.
La misma Naturaleza nos enseña y demuestra, que ni siquiera los animales destruyen a sus huevos embrionarios, ni matan a sus crías o polluelos.
Legalizar pues un acto contra natura, como es un aborto intencionado, podrá ser una norma formal, legal y de Derecho positivo, pero no ética, humana ni moral.
Y no debe olvidarse tampoco por el legislador, que la permisividad conductual indebida conduce en la práctica al libertinaje y éste a la degradación moral y la anarquía, como la elocuencia histórica lo revela y la realidad lo demuestra cada día.
Sería un honor y un orgullo nacional, que España fuera pionera en el mundo en el índice de natalidad, tan necesario en la actualidad y no la última, como lo es, por el eclipse y la evidente crisis de valores fundamentales que padecemos.
José Donato Andrés
