La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

Zamoreando

Carmen Ferreras

Una labor impagable

Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cumplen cincuenta años en Zamora

Un residente y una hermana de los Ancianos Desamparados, hace unos meses, en el Hospital de la PIedad. J. A. G.

La labor que vienen desarrollando las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Zamora es impagable. Como lo fue la labor de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, de las Carmelitas y de tantas y tantas congregaciones como hemos ido perdiendo a lo largo de los años. Ellas levantan sus hogares con esfuerzo, sudor y a veces también lágrimas y el tiempo, o vaya usted a saber, se encarga de cerrarlos. Las que se han ido han dejado una huella imborrable en Zamora que estamos en la obligación de recordar. Las que se han quedado, que Dios nos las conserve muchos años entre nosotros.

Hace de esto pocas fechas, el Padre Luis Zurrón, misionero del Verbo Divino, mi querido Padre Luis, me envió unas fotos preciosas. Me impactó la primera. Un hermoso centro de 50 rosas de color rosa, del que emanaban dos cifras, un cinco y un cero. Al principio no acerté de qué podría tratarse. En las siguientes fotos, aparecía un nutrido grupo de monjitas. Las reconocí por el hábito. Me dije, ‘algo se está celebrando en el Reina de la Paz’. El Padre Luis, su capellán, me sacó de dudas. Las hermanitas cumplen cincuenta años en Zamora. Ellas fueron quienes cuidaron en sus últimos días a mi buen amigo Fabri, que también se me fue, dejándome todavía más sola de lo que, con su marcha, me dejó mi buena madre.

He vuelto a revisar las fotos y me llena de alegría comprobar que, a pesar de las dificultades, las Hermanitas siguen haciendo una tarea digna de encomio, con la que han cumplido ya las bodas de oro. Cincuenta años es media vida. Y ellas la siguen dando por todas esas personas que habitan bajo su mismo techo, tras de las cuales también hay historias de lucha, de superación, de abandono en algunos casos y de soledad que se ve un tanto mitigada, gracias, precisamente a que han encontrado un hogar, en el Hogar ‘Reina de la Paz’.

Que no les cambien el nombre, por favor. Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Suena a película del pasado siglo. Con toreros y tardes de gloria donando el dinero conseguido por enfrentarse a la bestia, a una institución que, entonces y ahora, sigue siendo igual de valorada. Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Los hay. Y muchos. Solos, afligidos, enfermos. A cuántos de ellos esa puñetera goma del tiempo les ha borrado los recuerdos. Pero, ahí están ellas, ¡al quite!

Hay que ver lo bien que once mujeres, once religiosas, porque no son más, gestionan este ‘hogar, dulce hogar’, con la ayuda de profesionales que a buen seguro realizarán su trabajo con el espíritu que impregna el de las Hermanitas. Hermanas, ¡por otros cincuenta años más!

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