La Opinión de Zamora

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Del comercio, de la hostelería, de la medicina...

ANUNCIO DEL CIERRE DE UNA TIENDA EN ZAMORA. NICO RODRIGUEZ

Que todos, irremisiblemente, y muchísimas veces a nuestro pesar, nos vemos obligados con gentes que casi ni conocemos, y que por lo tanto no sabemos de qué pies cojean, quienes son sus progenitores, que dejaron de hacer cuando, suponemos, pasaron por la escuela y por la uni, que patologías mentales pudieran tener, que nivel de instinto animal no controlan, cual es el grado de control del libido, si es que tienen alguno, que volumen de fanatismo futbolero, político, que filias y fobias tienen hacía los demás, especialmente a aquellos que les dan millones de vueltas, que bien pudieran fijarse en ellos, para intentar llegar a la suela de sus zapatos, difícil al requerir observación, inteligencia, bonhomía, espíritu de sacrificio, reconocer los méritos de los demás, etc., o sea educación, tan escasísima, tan carísima por lo tanto.

Y cuando de las relaciones cliente-atención comercial se trata, más si cabe, tendrían que estar basadas en un respeto exquisito hacía las personas que dejan sus dineros en las cajas con el cual comer todo el personal, empezando por el propietario. Pues bien, más de las veces que fuera de desear quiénes están detrás del mostrador se muestran displicentes, malhumorados, irrespetuosos, soltándole al cliente aquello “cuando me levante nos vamos”, aunque el cliente esté en el establecimiento dentro del horario que establece el gerente del negocio; o cuando rectifica un encargo le sueltan usted es un “inconstante”; o “mira que gracioso” cuando denomina un pedido que no concuerda con el que el comerciante considera; cuando en una cafetería atienden que han entrado con posterioridad, “como eres de la casa”, etc., o cuando le llevas al médico una analítica que pone de relieve una infección, le comentas una sintomatología que la corrobora, y el galeno te suelta que no hay que hacer caso a los resultados.

Si hubiera profesionalidad, formación, clase, espíritu de servicio, talante emprendedor y un larguísimo etcétera no habría tanto local cerrado, como no lo hubo cuando tantísimos zamoranos han dejado su saber hacer y el pabellón bien alto

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He llegado a pensar, quizá equivocadamente, que todas las conductas descritas, que se corresponden con hechos verídicos, “sostiene Pereira”, demuestran, entre otras muchísimas cosas carencia de educación, de respeto, de empatía, de profesionalidad, antipatía, animadversión, etc., lo que requeriría que tales personajes se dedicaran a picar piedras solitas y aguantando los dolores de riñones, el frío del invierno, el calor del verano, en la intemperie.

Ah y que sepan que con ese comportamiento su reputación es sobradamente negativa, se pueden cargar el negocio, como así ha sucedido en algún caso, y que por lo tanto tienen el máximo desprecio des quienes tuvieron la desgracia de caer en sus garras, eso sí, santo Tomás…

Y es que, si hubiera profesionalidad, formación, clase, espíritu de servicio, talante emprendedor y un larguísimo etcétera no habría tanto local cerrado, como no lo hubo cuando tantísimos zamoranos han dejado, y dejan, fuera de la capi, su saber hacer y el pabellón bien alto.

¡Qué tropa¡¡Qué paisanaje! Y que no cambian. Así nos luce el pelo, y nos seguirá luciendo. Y luego a lamentarnos que si el comercio electrónico, que si consultas médicas a Valladolid, que si…

Marcelino de Zamora

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