La Opinión de Zamora

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Editorial azul

Zamora no puede perder tiempo en enfrentamientos estériles

Un campanero hace sonar la campana en una protesta contra la despoblación en un pueblo zamorano. NICO RODRIGUEZ

La economía zamorana muestra signos de empeoramiento progresivo durante el primer trimestre del año. La EPA de enero a marzo de 2022, que aún no acusa de lleno el impacto de la inflación disparada y la repercusión de la guerra de Ucrania debería, además de encender todas las alarmas por enésima vez, llamar a la reflexión a todos los agentes implicados porque estamos ante una de las últimas líneas de no retorno.

En los últimos tres meses el ritmo de destrucción de empleo en la provincia se ha multiplicado. Con 3.100 parados más que a últimos de 2021, el incremento del desempleo fue de un 46,3% frente a la media regional de un 8% y un 2,3% como referencia nacional. La segunda provincia con peores datos de Castilla y León es Soria, pero con un porcentaje treinta puntos menor. Crece la población activa, es decir, las personas que buscan un trabajo sin encontrarlo, hasta los 76.400, pero el descenso de la población ocupada hasta los 66.600, es decir, la que forman aquellos que realmente tienen un empleo, indica, entre otras cosas, que muchos de los ERTE desencadenados tras la pandemia se han traducido en despidos, en cierres de negocio, en menor riqueza dentro de un territorio que se supone que lucha por salir de los vagones de cola del desarrollo.

La provincia no puede detenerse en otros asuntos que no sean los que conlleven acciones concretas para crear empleo, puesto que es la fórmula directa para asentar población

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Existen pocos datos para el optimismo si sumamos la sangría de la despoblación que ya ha dejado a Zamora por debajo de los 168.000 habitantes tras perder 1.500 en 2021. La provincia no puede detenerse en otros asuntos que no sean los que conlleven acciones concretas para crear empleo, puesto que es la fórmula directa para asentar población. Existen proyectos ilusionantes por concretar y que pueden generar cientos de puestos de trabajo como la cadena de transformación impulsada en Fuentesaúco, o la fábrica de Latem Aluminum en Villabrázaro. Pero también numerosos retos a los que hacer frente y que exigen la máxima atención colectiva de instituciones y agentes sociales.

En el pilar de la industria agroalimentaria se observa el crecimiento de cárnicas o de productos elaborados en factorías zamoranas, de los lácteos, del vino. Todas ellas obligadas a abrir y renovar canales de venta ante un conflicto bélico que, con toda seguridad, removerá el mercado internacional. Existen amenazas claras para empresas que son todo un símbolo para Zamora, como el temor de una deslocalización en Siro, la derivada del emporio zamorano que fue Reglero. Y no faltan retos en los que concentrarse como la reivindicación de mayores y mejores comunicaciones, de la expansión que, poco a poco, se va consiguiendo de la red de alta capacidad de Internet al AVE que conecta con Madrid.

Nuestros vecinos de la Raya portuguesa tienden la mano y nos animan a reivindicar las conexiones no solo de autovía, sino de una lanzadera para el tren que puede conectar, a través de Zamora, gran parte del norte luso. En Galicia, que lleva años de delantera en una fructífera colaboración con Portugal, están muy atentos a la conexión por Oporto que culmina, justamente, con el final de la línea que pasa por Zamora, en Vigo. La siguiente parada a Otero de Sanabria, la gallega A Gudiña, ya ofreció poner en marcha esa misma lanzadera en la que Zamora debería poner tanto o más empeño, dado lo precario de nuestra situación.

Los ciudadanos oyen hablar de fondos de recuperación, de los famosos Next Generation de la UE y de proyectos presentados para su financiación, pero a cuenta gotas, sin que brille, por encima de todo, una planificación, una puesta a punto liderada por las instituciones y agentes sociales, empresarios y organizaciones sindicales en un frente común, sin fisuras. Y esos fondos son la garantía de vida para una provincia que agoniza y que no puede permitirse fisura alguna, enfrentamientos gratuitos que no conducen más que al desaliento de unos ciudadanos que bastante tienen con plantearse cada día si tendrán suficiente para pagar los recibos de la luz y garantizar que sus descendientes tengan una vida, al menos, no peor que la suya. Hasta lo de la libertad de elegir quedarse en su tierra de origen suena a quimera cuando se topa con muros tan sólidos como los que muestran periódicamente las estadísticas.

Si no conseguimos vertebrar de una vez por todas, sin quiebra alguna, un movimiento que obligue a avanzar a la provincia en lugar de retroceder en cada nueva publicación del INE, qué sentido tiene contar con una o cien representaciones de colectivos empresariales, sindicales o mediopensionistas. Si no somos capaces de aglutinar potencialidades, esfuerzo y talento, que los hay, para qué queremos mesas y comisiones varias, llámense de desarrollo, de despoblación o de cualquier otro apellido bienintencionado pero sin participación real.

La vida empresarial zamorana nunca debería reflejar esa polarización extrema que parece contaminarlo todo en la escena sociopolítica del conjunto del país

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La vida empresarial zamorana nunca debería reflejar esa polarización extrema que parece contaminarlo todo en la escena sociopolítica del conjunto del país. No se trata de analizar posiciones ni argumentos de ninguna de las partes entradas en conflicto durante los últimos meses que se han puesto en evidencia a raíz de la convocatoria de elecciones de la Cámara de Comercio. Lo evidente es lo lamentable de que sigamos permitiéndonos el lujo de perdernos en laberintos que solo generan frustración, impotencia y la sensación de funcionar en bucle, rememorando otros viejos conflictos atravesados por personalismos, por desconfianzas, por falta de un verdadero espíritu de defensa de lo común.

Y se trata también de la enésima llamada de atención: estamos en un momento crucial. Al fin contamos con la disposición para crear una fiscalidad diferenciada que nos coloca en la misma línea de ayudas de otras provincias como Soria, Cuenca o Teruel. Vamos a concentrarnos en aprovechar hasta la última gota de aliento que se nos pueda brindar desde quienes gestionan esos fondos. Sería imperdonable comprobar, dentro de unos meses, que Zamora vuelve a quedar relegada en el mapa de las ayudas destinadas a reequilibrar territorios y que la falta de proyectos sea la excusa para ver que la prosperidad se esfuma, una vez más. Porque puede que esa vez sea la última. Y a eso los zamoranos no pueden ni deben resignarse.

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