Casi 500 millones de personas en el mundo aprendimos a hablar en español. Nuestros 21 países comparten lengua oficial, 19 de ellos están en América Latina. Me temo que apenas sabemos algo los unos de los otros.
Esta semana La Casa Encendida acogió una charla de corresponsales sobre “América Latina: el muro de la desigualdad” y hablamos, por ejemplo, de lo ausente que está en nuestros libros de texto la región del mundo con la que compartimos lengua, cultura, historia, lazos familiares.
Diría que en mi época podías llegar a la universidad sin saber nada de lo que pasó en el siglo XX en Argentina, Chile o México. Quizás alguna de las 50 veces que estudiamos las dos guerras mundiales podríamos haber recibido alguna noción de lo que fue América Latina para los emigrantes y los exiliados españoles. Que este también ha sido un país del que irse se olvida a menudo.
Y que lo sigue siendo. La escritora leonesa Violeta Serrano cuenta en su nuevo libro “Flores en la basura” cómo una joven española con tres carreras encontró en Argentina lo que España niega ya a dos generaciones: reconocimiento, salarios buenos, un sendero profesional por el que caminar.
Si van a volver a viajar lejos este verano, recuerden que hay una parte enorme, diversa y fascinante del mundo en la que sentir la aventura estando siempre un poco en casa
Convendría mirar más hacia América Latina y, sobre todo, mirarla de otra forma. En esa región del mundo siempre hay historias, color, dimensiones frente a la planicie que es tantas veces la rutina europea. Que el consumo cultural sea cada vez más latino no es casual: vivimos en el momento de las emociones y en eso América Latina no falla nunca.
Si van a volver a viajar lejos este verano, recuerden que hay una parte enorme, diversa y fascinante del mundo en la que sentir la aventura estando siempre un poco en casa. Y en lugar de un diccionario una libreta: que el español es una lengua mucho más ancha de lo que imaginamos.
