La Opinión de Zamora

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Laura Rivero

Cuando se tiene el corazón en la cartera

Las dos cosas no deberían estar en el mismo lado, sobre todo si el dinero pesa mucho y acaba desplazándose

Cuando se tiene el corazón en la cartera: artículo de Laura Rivera.

Dice el recién aclamado presidente del PP, Sr. Feijóo que el presidente de España no tiene corazón porque no baja los impuestos cuando están subiendo los precios. Y esta frase con la que estrena su andadura política más allá de su Galicia natal, demuestra dónde tiene el corazón la derecha española: en la cartera.

Para los políticos que tienen el corazón en la cartera, bajar los impuestos a quienes pueden pagarlos les conmueve mucho más que subírselos a los más ricos para disponer de dinero público para los más pobres. Los que mantienen el corazón a la izquierda defienden a quienes ni siquiera pueden pagar impuestos porque viven de la solidaridad de la justicia social como un derecho, o de la caridad cristiana como una virtud.

Los empresarios que tienen el corazón en los negocios pueden enriquecerse con la venta de mascarillas en el peor momento de la pandemia: cuando eran imprescindibles para preservar la salud de los trabajadores de la sanidad y de los cuidados; cuando miles de personas morían en soledad porque no podían protegerse del coronavirus que no tardó en cambiar su nombre por el Covid. La emoción de llenarse el bolsillo de millones para comprarse un yate o varios coches de lujo hacía palpitar más la cartera que cualquier sentimiento de piedad. Nada que ver con la filantropía del corazón de las mujeres que pusieron en marcha sus máquinas de coser para hacer de cualquier tela una mascarilla casera para intentar vencer al virus, y de los hombres y mujeres que las repartieron gratuitamente entre los más mayores confinados y solos en sus casas.

También se indigna el corazón de la buena gente cuando recuerda que se cerró el corazón de la acogida a los refugiados de otras guerras, todas dolorosas, todas injustas. Y como se cierra el corazón y las fronteras a los hambrientos del mundo

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Las instituciones que tienen el corazón en la imagen pública pueden recomendar que se convenza a las personas que solicitan la ayuda a domicilio para que renuncien o desistan de esa atención en casa y orientarles a pedir otros recursos. Pero no porque sean más beneficiosos para ellos, sino porque la cartera de sus servicios se ha quedado corta y lo que pretenden es evitar las listas de espera de antes, a las que también han cambiado el nombre para salvaguardar su imagen por el de “reserva de servicios”. Sin afectarse por las personas mayores que esperaban pacientemente la ayuda, les han pasado de “reserva” de servicio a “renuncia” del servicio. Los limpios de corazón que necesitan la ayuda a domicilio para seguir viviendo en su pueblo del alma, tendrán que seguir esperando a los proyectos estrella del cuidado llamados “Silver”. Hay que ser duros de corazón para intentar tapar la situación en lugar de resolverla. Para evitar en parte la emigración a otras zonas, llevándose su tierra en lo profundo del corazón.

Como también hay que tener dureza de corazón y de mollera para hacer una mesa de la despoblación sin los representantes de los trabajadores de la provincia, sólo con los emprendedores. Y más en un momento en que los emprendedores están emprendiendo una carrera para disputarse la representación en la Cámara de Comercio, tras haber emprendido la huida de los grandes de Zamora 10 y haber emprendido el camino otros más pequeños en la misma asociación. No soy capaz de saber dónde tienen el corazón y la cabeza los representantes de los emprendedores zamoranos en esta lucha que parece que han emprendido con entusiasmo. Pero se nos cae el alma a los pies al ver cómo el tejido empresarial de la provincia está hecho jirones, con los negocios cerrados y el corazón roto.

El presidente de la Diputación ha demostrado que tiene el corazón de pedernal respondiendo a la propuesta de agilizar los trámites para cumplir la ley de memoria histórica en la institución -que fue aprobada hace cuatro años- con una justificación del golpe de estado de Franco: citando como fuente de la historia a Pío Moa, relatando “ilegalidades” del gobierno legítimo de la Republica y equiparando al agresor con el agredido porque “todos bombardeaban”. Equiparando a los 1.654 muertos civiles del bombardeo de Guernica en abril de 1937 con los 109 del bombardeo de Cabra en noviembre de 1938. Desviando la falta de impulso de defensa de la ley de memoria histórica en la Diputación con la frase “las guerras traen dolor”, aplicada a Ucrania con toda la razón. Olvidando también que hay muertos en las cunetas. Nos rompió el corazón.

Y hablando de Ucrania, también se indigna el corazón de la buena gente cuando recuerda que se cerró el corazón de la acogida a los refugiados de otras guerras, todas dolorosas, todas injustas. Y como se cierra el corazón y las fronteras a los hambrientos del mundo.

Sin embargo, la frase tiene razón: la verdadera riqueza está en el corazón, no en la cartera. Y el corazón está a la izquierda, palpitando, agitándose, enterneciéndose, conmoviéndose y moviéndonos

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Aunque el famoso escritor de los Estados Unidos, Og Mandino, haya popularizado su célebre frase “la verdadera riqueza está en el corazón, no en la cartera”, ésta no es fácilmente aplicable a quienes tienen una cartera por corazón.

Tampoco a quienes tienen el corazón en los negocios sin compasión, o en la imagen y promoción personal frente al servicio público. Ni a los que se han endurecido tanto que tienen un corazón de piedra. O un corazón cerrado a cal y canto de muros y alambradas de frontera.

Sin embargo, la frase tiene razón: la verdadera riqueza está en el corazón, no en la cartera. Y el corazón está a la izquierda, palpitando, agitándose, enterneciéndose, conmoviéndose y moviéndonos. La cartera no debería estar en el mismo lado, sobre todo si pesa mucho y acaba desplazándose.

(*) Portavoz de IU en la Diputación

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