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Carmen Ferreras

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De moda

El nuevo Gobierno autonómico no puede dormirse en los laureles

Sesión de investidura del candidato a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. | M. Chacón / Ical

Alfonso Fernández Mañueco ya es presidente de la Junta de Castilla y León. Felicidades, pues, al que es el presidente de todos los castellanos y leoneses, da igual hacia qué lado se escoren. Con Vox presente en el Gobierno de la Junta, la izquierda ve peligrar todo, fundamentalmente la Constitución, las libertades y los logros alcanzados hasta la fecha en materia de igualdad. Durante la campaña electoral, se avisaba con aquella frase de: “que viene el lobo”, refiriéndose al partido de Abascal. Los avisos aseguran ahora que “el lobo ya está aquí”, obviamente refiriéndose a la coalición de Gobierno.

Todo está por ver. No sé a santo de qué ese afán por travestirse de sibilas o de arúspices y empezar a asegurar, más que augurar, lo que puede ocurrir. ¿Y si no ocurre? Ya buscarán alguna fórmula para no quedarse con el culo al aire. Lo que sí ha empezado de forma desatada es el acoso y derribo del nuevo Ejecutivo castellano y leonés, aunque de nuevo tiene poco. Se ve que al presidente Mañueco no le gustan los cambios. Aprovecho para decir que en la periferia sí debería producirse alguno que otro. Todo se andará, digo yo.

Castilla y León necesita unos políticos batalladores, que se dejen de ideologías y rencillas, que dejen de actuar como enemigos y a veces como niños, se pongan el traje de faena y se pateen las nueve provincias

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En principio, Mañueco ha asumido el cargo con respeto a la Corona, bien, acatando la Constitución Española “como garantía suprema de libertades y derechos” y comprometido con el Estatuto de Autonomía, muy bien, ¿no? Es hombre de palabra y se supone que así será. Confío en que sus proyectos generarán progreso para esta deprimida comunidad y su rosario de provincias vaciadas. El nuevo Gobierno autonómico no puede dormirse en los laureles. Los de un lado y los del otro, aunque ambos confluyan en un mismo Gobierno.

En espera de que se cumpla todo lo prometido por el presidente, no hay por qué dudar, en principio, que así será, me quedo con una aspiración del presidente, pondrá a las personas, es decir a todos nosotros, en el centro de su acción, a ver si es verdad y “de moda” a la comunidad. Me ha llamado la atención. La moda suele ser algo pasajero. La moda tiene un auge determinado, es decir, tiene fecha de caducidad. De ahí que la aspiración deba ser más amplia en el tiempo y hacer de Castilla y León una comunidad de moda para todos los tiempos, los presentes y los venideros.

Castilla y León necesita unos políticos batalladores, que se dejen de ideologías y rencillas, que dejen de actuar como enemigos y a veces como niños, se pongan el traje de faena y se pateen las nueve provincias, siempre cerca del ciudadano al que solo conocen cuando le piden el voto.

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