Señala el titular: “Procuradores del PSOE se niegan a dar la mano al nuevo presidente de las Cortes de Castilla y León”. ¿Y eso? ¡Ni que fuera un tiñoso! ¡Ah, ya, que es de Vox! Acabáramos. Hasta donde yo sé, Carlos Pollán, que así se llama el nuevo presidente de las Cortes, no tiene las manos manchadas de sangre, no está imputado por ninguno de los delitos en los que habitualmente suelen caer los políticos a un lado y otro del espectro parlamentario, es decir, prevaricación, tráfico de influencias, etc. Sin embargo los procuradores del ala izquierda le han dejado con la mano tendida en señal, no sé bien de qué, ¿de mala educación? Porque lo cortés no quita lo valiente.

No entiendo, no puedo entender, así que me aspen, que los políticos de izquierdas no tengan reparo en tender la mano a etarras y filoetarras, cuántos de ellos con delitos de sangre, con atrocidades en su curriculum y sin embargo se nieguen a dar la mano a uno que llega de nuevas, perteneciente a una formación que lanza soflamas con las que muchos españoles no están de acuerdo pero otros muchos sí. Tantos, que han situado a la formación de Abascal, como la tercera, tras PP y PSOE.

Como tampoco entiendo que la izquierda se preste al juego de los independentistas catalanes y los reciban y vuelvan a recibir, casi me atrevería a decir que en loor de santidad. Quienes quieren destruir la unidad de España, quienes nos llaman extranjeros en el trozo de España que ocupan, quienes nos consideran culpables de todos sus males, quienes aprovechan cualquier oportunidad para atizar a España y a su Gobierno, el que sea, quienes van de víctimas cuando en realidad son victimarios, quienes practican el odio y lo ejercen contra España, a esos no solo la izquierda les tiende la mano, les da un abrazo. Sobre todo si de ello depende la estabilidad del Gobierno de España.

Me parece que esta izquierda tiene una vara de medir sectaria, interesada y parcial. Como se hace con todos los gobiernos, hay que darle los cien días preceptivos al de Castilla y León y, luego, si sale rematadamente mal, si a los votantes no nos gusta, reclamaremos nuevas elecciones. Pero, ¿y si funciona? ¿Y si no es tan fiero el león como lo pintan? Porque una cosa es estar en la oposición y rugir, y otra muy distinta gobernar. Veo ya el recinto de las Cortes como un ring. Qué pena que la izquierda no haga lo mismo con etarras e independentistas en el Congreso de los Diputados.