Las medidas de la primera fase de la reforma de las pensiones que desde el 1 de enero han entrado en vigor con las bendiciones de Europa contienen una letra pequeña que no debemos soslayar. En apariencia, es fácil colegir que es el principio de la solución hacia la sostenibilidad del sistema, pero la reforma no deja de ser un parche con el que disfrazar por enésima vez el persistente problema del elevado coste de las pensiones.

Lo único cierto hasta ahora es que ningún gobierno ha usado el afilado bisturí para corregir la maltrecha salud del sistema, ante el riesgo de perder el voto de los electores de ese amplio colectivo.

El anunciado cheque al contado, que superará los 12.000 euros en el tramo más alto para quienes decidan alargar un año más su vida laboral legal, supone una venta política engañosa en Bruselas ante el aumento de la esperanza de vida en España

Por eso, insisto, todo ello no deja de ser un mero maquillaje. Porque el anunciado cheque al contado, que superará los 12.000 euros en el tramo más alto para quienes decidan alargar un año más su vida laboral legal, supone una venta política engañosa en Bruselas ante el aumento de la esperanza de vida en España, que sobrepasa los 83 años.

No olvidemos que la media de tiempo de cobro de prestación de pensiones por cada ciudadano jubilado se acerca ya a los 20 años y, sin embargo, ese cheque al contado está calculado sobre 12 años. Por lo que el Ministerio de Escrivá se apunta el tanto de reducir el compromiso de pago en casi 8 años. Cuando, en verdad, y desde un cálculo riguroso de índole empresarial, lo que va a provocar en realidad es ahogar aún más la falta de liquidez del Estado. Circunstancias que, además, se agravan por una inflación desbocada, un déficit inaudito y una inestabilidad mundial muy preocupante.

Esta opción de cobro al contado tiende a alimentar, además, la perniciosa tentación a ciertos colectivos de trabajadores, en especial los empleados por cuenta ajena de alta renta y con cierto acomodo profesional, que van a esperar a ese ‘regalo’, en claro detrimento del acceso al mercado laboral de las nuevas generaciones.

En mi pueblo a esto se llama hacer un pan como unas tortas.