Permítanme dedicar mis palabras en esta tarde, como escapada del cuarenta de mayo, a los bandos contendientes en el PP, digo bandos, en plural, porque no sé cuántos son. Creo que ellos tampoco tienen idea, lo más televisivo es que cada quien es un bando a la gresca consigo mismo, con el del al lado y con el de atrás.

El frenesí de cada uno es grabar en las conciencias su propia victoria, que se ha traducido en pequeñas derrotas. Una generación de políticos del PP en todo el territorio nacional a la greña, empeñados en traumatizar a millones de españoles que creían en un mensaje que hace mucho tiempo dejó de ser un mensaje político, si es que algún día lo fue.

Queridos amigos y amigas, esto es la guerra de los hermanos Marx que ha bloqueado a los bandos presos en círculos viciosos construidos por sí mismos hasta convertirlo en un sistema automático que solo sabe dar vueltas, una y otra vez, fuera de cualquier realidad inteligible. Luego llega ese momento en el que se hace evidente que la pelea montada no tiene sentido, cosa que todo el mundo sabía desde hace mucho tiempo, pero es imposible parar, la “batalla” ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin. Una especie de martillo pilón automático que no cesa, se desprestigian unos a otros rehenes de sí mismos, y mientras, nos dejan con la boca abierta, viendo como personas adultas se convierten en objetivo de una serie sin un interruptor de emergencia.

Desde luego, es más fácil implicarse en una guerra, lo estamos viendo en la cruda realidad, que forjar la paz porque en las guerras el combustible son los bajos instintos y todos sabemos que los extremistas de ese material andan sobrados.

Soy malpensado, pero sospecho que en cuánto el señor Feijóo empiece a pisar callos en Génova 13 le van a salir fotos, “a dabuti,” con personajes poco recomendables

En estas trifulcas de gatos callejeros lo único que han dejado claro es que se acabó la época en la que el poder de su presidente no basta para determinar una realidad que respondiera a sus intereses, los de los españoles es poco probable que se hayan tenido en cuenta, al menos en esta ocasión.

Pero ahora, que da la impresión, que los ánimos se han calmado el Partido Popular tiene que resolver varias cuestiones: hablar de lo que ha pasado, tratar de comprender por qué ha pasado, y poner al frente a alguien al que no le puedan sacar vídeos de cremas o fotos con personajes con cuentas en Suiza, Portugal y las Bahamas.

El 30 de marzo de 2013, el periódico El País, publicó una foto del hoy Presidente de la Junta de Galicia, señor Feijóo, de picnic en 1995 en un yate por las islas Cíes con Marcial Dorado Baúlde, que había sido detenido por orden del Juez Garzón implicado en la “Operación Nécora”. Fue puesto en libertad unos días más tarde por falta de pruebas. Durante los años, 1988 y 1990, aproximadamente en los que estuve al mando de una unidad de elite de la Guardia Civil desplazada a las Rías Bajas de Pontevedra para desarticular los clanes del narcotráfico de la comarca, reuní dos abultadas carpetas de recortes de prensa, que conservo todavía. Dorado Baúlde aparece en muchas noticias de prensa como un destacado narcotraficante.

En 2003 fue detenido por orden del Juez José Antonio Vázquez Taín por contrabando de cocaína y condenado a 14 años de prisión.

Permítanme que la información oficial que tenía en aquellas fechas de Dorado Baúlde, no la rebele por un principio de lealtad Institucional.

Si la foto del picnic, Dorado-Feijóo, en el Yate del primero, tardó en publicarla 18 años El País nadie nos creemos que fue el director del periódico el que la tuvo en el cajón, alguien se la proporcionó como sucedió con el vídeo de las cremas. Soy malpensado, pero sospecho que en cuánto el señor Feijóo empiece a pisar callos en Génova 13 le van a salir fotos, “a dabuti,” con personajes poco recomendables. Piénselo dos veces y cuando se lo haya pensado, vuélvalo a pensar.

Creo que fue el gallego, Pío Cabanillas, padre uno de los fundadores de UCD el que dijo “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”. Y los nuestros están en Génova 13.