Contaba Víctor García Guerrero que el miércoles por la noche todavía se tomaban cervezas y hasta había un botellón en el centro de Kiev. En el hotel donde están Víctor y otros enviados especiales ya no queda nadie que haga las camas, sirva el desayuno o marque el teléfono despertador. Nadie duerme en Ucrania desde el jueves y las sirenas no respetan las ocho horas.

“Guerra en Europa” registran las portadas de la prensa para que nunca olvidemos que el 24 de febrero de 2022, año no bisiesto, esto ocurrió. Algunos exclaman “¡Guerra en Europa!” como si aquí no correspondiera el horror. Como si el horror fuera algo de otros continentes, de países siempre más lejanos. Como si nuestras calles no hubieran sido un reguero de sangre tantas veces. No hace tanto.

Hay miedo, pero también hay dolor ajeno: imaginar al cargar a tu hijo lo que sienten esas madres que caminan con los suyos por Kiev, por Járkov, buscando un lugar seguro sin saber dónde queda eso, si es que existe, a qué se parecerá el próximo lunes

Nos falta memoria, pero creo que no empatía. Quiero pensar que aquí tampoco se está durmiendo muy bien estas noches, salvando, por supuesto, las distancias. Hay miedo, pero también hay dolor ajeno: imaginar al cargar a tu hijo lo que sienten esas madres que caminan con los suyos por Kiev, por Járkov, buscando un lugar seguro sin saber dónde queda eso, si es que existe, a qué se parecerá el próximo lunes.

Vivimos tan en piloto automático que ni siquiera contemplamos un plan B. Se nos descarrila el engranaje a la mínima incidencia y ahora nos toca, a la fuerza ahorcan, imaginar qué hacer si estalla en mil pedazos. Quien piense que el horror que ahora se vive en Ucrania no le atañe, no está prestando atención.

Escribo esto con el secretario general de la OTAN de fondo hablando de tropas que están listas y de la mayor amenaza de seguridad en tantos años y de escenarios que apenas nos atrevemos a nombrar. Todo va muy rápido. Intentemos ayudar en lo posible, sigamos atentos, abracemos especialmente fuerte a los nuestros, seamos especialmente amables con todos.