No voy a ocultar que soy ‘herreriana’. Nada que ver con el arquitecto montañés Juan de Herrera, pero sí, y mucho, con Carlos Herrera Crusset, posiblemente el mejor comunicador español. “Herrera en COPE” es un prodigio radiofónico. La lucidez, la valentía, la gracia, que la tiene, la sagacidad, todo lo que adorna al conductor de las mañanas de la COPE lo convierten en un referente para millones de españoles que siguen con verdadera devoción su programa.

Hace poquitos días, Herrera, mi Carlos Herrera, entrevistaba a Pablo Casado “El apestado”, recién consumado el escándalo que sigue destruyendo al Partido Popular. Tuve la oportunidad, como miles de españoles, no solo de escuchar, sino de ver buena parte de esa entrevista. Lo que más me llamó la atención, lo que más me conmocionó no fue la farfulla del presidente del PP nacional. Lo que más me llamó la atención fue la carita de Herrera, mi Carlos Herrera.

Su faz era un poema. Se movía entre la incredulidad, la sorpresa, el estupor, la duda, la desconfianza. El suyo era un rostro que transmitía por sí solo todas las sensaciones que le producían las declaraciones de un líder que no lo es tanto, de un líder desprestigiado, de un líder cuya ejemplaridad está en entredicho, de un líder de cine negro, del peor cine negro. Herrera es un profesional como la copa de un pino, huelga decirlo, porque es así, quizá por eso, hizo lo que hizo, entrevistar a Casado, con consecuencias gestuales.

No puedo hablar de un mal gesto por parte del comunicador. No lo hubo. Pero sí puedo hablar de la carita que se le quedó, de la carita que se le iba poniendo conforme el entrevistado soltaba su discurso. En situaciones peores y más comprometidas se ha visto Herrera y de todas ha salido con ese estilo peculiar suyo que tanto nos gusta a sus seguidores. Sólo que esta vez fue diferente. A Casado le sobraba farfulla. Sobre todo aquella frase “No es ejemplar que un hermano cobre de un contrato adjudicado por mi Gobierno”. ¡Anda que no tiene hermanos y sobre todo maridos y esposas, en las filas del PSOE, con actuaciones nada ejemplares para haber actuado de la forma que se espera del líder de la oposición!

Creo que esa situación es la que, conforme Casado vomitaba, iba demudando la carita del presentador. Tengo para mí que por la cabeza de Herrera, pasaban muchos de los pensamientos que teníamos el resto de españoles: la necesidad, más que de un cambio de dirección, de una completa refundación del PP, al que Casado ha dejado hecho unos zorros.