En las pasadas Navidades, escuchaba un debate sobre la lotería y, los contertulios hacían especial énfasis, sobre un tema que quien estas líneas escribe, no conocía, cual es, el de la llamada envidia preventiva.

¿Qué es la envidia?

Antes de sentarme y tomar pluma y papel para pergeñar estas líneas, he procurado repasar y leer algo sobre la envidia y qué menos que, tratar de tener claro el concepto de envidia.

La envidia es un comportamiento sumamente nocivo en las relaciones interpersonales. Es incomprensible pensar que una persona experimente un estado de malestar porque un amigo, un conocido, un familiar u otra persona cualquiera, tenga salud, buena posición económica, social o amor.

La envidia es el peor mal que puebla la tierra porque genera en el envidioso un estado de ánimo de frustración y sufrimiento ante el bienestar del prójimo.

La envidia tiene su origen en el deseo de tener más que el prójimo, léase vecino, familiar, amigo o conocido y ello exige siempre una comparación, el otro es más listo, es más rico, está mejor situado, su vivienda es mejor, etc...

El envidioso es una persona con baja autoestima. El envidioso lo que tiene que hacer es esforzarse, trabajar a tope, estudiar al máximo para tratar de situarse en la vida y olvidarse de criticar, de destruir al prójimo. El envidio es un miedoso, no admite que, no todos tenemos el mismo talento y las mismas cualidades. El envidioso tiene que tratar de generar autoconfianza y vacunarse contra el virus de la envidia.

En relación con la envidia preventiva, según he podido deducir, de lo leído y escuchado, es que tiene su origen y base en el pensamiento, por otra parte tan humano, refiriéndonos al juego de la lotería, especialmente de Navidad, que es “a ver si va a tocar a todos menos a mi” y, así las personas, en base a la llamada presión social y a la envidia preventiva, juegan y juegan décimos o participaciones de lotería para ganar.

El jugador apuesta y juega por miedo, en base al pensamiento “y si les toca a los demás y a mí no”.

Todo con moderación. “El que juega por necesidad, pierde por obligación.” Me vienen a la memoria los refranes:”La bolsa del jugador no necesita atador.”

“Bien juega el que no juega” (porque es la única manera de no perder)

“El dinero del juego hoy lo gano y mañana lo pierdo”. Sean prudentes, todo con moderación, en nada demasiado.

Pedro Bécares de Lera