El artículo 152 de la Constitución Española establece que la organización institucional autonómica se basará en una Asamblea Legislativa, elegida por sufragio universal con arreglo a un sistema proporcional que asegure, además, la representación de diversas zonas del territorio. Y en esas estamos. Y las preguntas que nos podemos hacer son, entre otras, ¿Quién conoce en Zamora a los que figuran en las listas? ¿Qué han hecho para merecer nuestra confianza y el honor de representarnos? ¿Qué intereses les mueven ¿Qué localidades han visitado? Yo no he visto a ninguno. ¿Qué problemas han resuelto? ¿Qué han planteado? ¿Cómo y ante quien responden de la confianza que se les da ? ¿Ante sus partidos o ante los electores? ¿Cómo se puede elegir, consciente, sabiamente y con criterio acertado y bien formado ? ¿Nos podemos fiar y confiar en ellos cuando ahora pidan votos, visiten pueblos y larguen promesas?

El griterío, la descalificación, las generalidades tan propias de las campañas atontan , ensordecen, dificultan el pensamiento

Lo que sí sabemos, y ellos mejor que nosotros electores, es que el : Reglamento de las Cortes de Castilla y León establece: Artículo 8º: 1. Los Procuradores podrán percibir las asignaciones económicas que se fijen para el ejercicio de su cargo. 2. Los Procuradores tendrán derecho a las compensaciones e indemnizaciones por gastos que sean necesarios para el cumplimiento de sus funciones. ¿Cómo podemos llegar a saber más sobre partidos y candidatos en orden a tomar una decisión buena? Si lo supiera con certeza lo diría. Me limito a una aproximación. Al saber se llega mediante mucha observación, escucha, estudio, reflexión, diálogo, ponderación. El ruido, los gritos, ayudan poco para llegar al saber. El griterío, la descalificación, las generalidades tan propias de las campañas atontan , ensordecen, dificultan el pensamiento, tanto de quien habla como de los que escuchan o leen . Los tonos mitineros entiendo que buscan no incrementar el saber, sino lo contrario. Ta vez es hora de cambiar la forma de comunicación. No nos griten, hablen con ternura, dulzura, con argumentos, y humildad. Con hechos en su vida anterior que les acrediten como buenas y competentes personas . Muestren lo que son sus grandezas y limitaciones . Les creeremos más fácilmente. No prometan lo que no pueden hacer o porque no sepan, no les dejen o no puedan.

Las personas normales, que en realidad somos mayoría, creo que nos resistimos a escuchar en estos días, previos a las elecciones autonómicas, insultos, que se dicen unos a otros. No es bueno acostumbrarnos y sería malo, si esto nos ocurriera, escuchar descalificaciones vengan o no a cuento. Si las mentiras, calumnias y falsedades se tomaran como delito, que en realidad lo son, cada campaña dejaría un buen trabajo para los jueces y pingües beneficios para los abogados. Estos serían los verdaderos ganadores. Y si, según la buena moral, se considerase algo de pecado, también los confesores podrían administrar perdón, previo arrepentimiento y propósito de enmienda. En ambos casos , cualquier campaña tendría que ser mejor. Pero lo malo es que nos acostumbran , tanto a tener que escuchar lo que no es, que ya sonreímos y pasamos. Pero el efecto de desacreditar, mentir y difamar de forma impune queda como un poso en la sociedad. Y nos preguntamos ¿por qué esa siembra de malas prácticas?

Es normal que quien tiene unas ideas, unos proyectos, unos deseos buenos, eficaces, extraordinarios, de hacer el bien, busque caminos para realizarlos. Y la ocupación en la política, que mediante los votos pueden obtener, puede ser buscada pero con la frente bien alta, con la palabra adecuada y diciendo con normalidad lo que se piensa hacer y cómo. A veces pienso lo difícil que resulta mandar, decidir, presidir, gobernar. Y pienso que si llegara el tiempo en el que, por comodidad o sentido de la responsabilidad, nadie quisiera aceptar estos puestos de servicio, habría que rogar y rogar a alguien, a los mejores. Tal crisis parece lejana. No son pocos los que quieren ir y además en buen puesto para ser elegidos. De pocos sabemos que sean obligados porque su servicio es tan estimado y tan bueno que los ciudadanos le reclaman. Tal vez las elecciones podrían ser hitos para la reflexión, la práctica de los buenos modales, la buena educación, la ejemplaridad en el trato, las buenas palabras, los mejores hechos, la caballerosidad, la búsqueda sincera de los mejores a quienes vamos a confiar mucho, casi nuestras vidas y haciendas. Las vidas menos, pero las haciendas casi todas. ¿Habría que crear una nueva cultura para formar políticos dependientes del pueblo y sus votantes? Eso sí , para las próximas.