No, no fue un debate televisivo electoral para la historia salvo por el atrezo: hubo un candidato telemático, “cuarentenado” por el covid en la casa de sus padres, la vivienda donde, dijo, aprendió valores. Igea, menos dubitativo que nunca, se dejó los “ehhh” entre frase y frase de las ruedas de prensa en el limbo, que pareció tener la garganta más limpia que nunca a pesar del ómicron. Fue el que más zurriagazos lanzó a diestro, que Mañueco respondió solo con la cara, de puro fastidio, que que se creerá este, que ya no es nadie, sin mí se ha quedado sin corbata y sin percha.

Ratificar que Mañueco no estudió en la escuela de Cicerón y que Tudanca e Igea están pensando en pactar si le dan los resultados electorales

El primer debate de los líderes con grupo parlamentario en las Cortes de Castilla y León no sirvió para mucho. Acaso para ratificar que Mañueco no estudió en la escuela de Cicerón y que Tudanca e Igea están pensando en pactar si le dan los resultados electorales y por eso se respetaron hasta extremos sospechosos, que los golpes siempre iban para el mismo sitio, para el que manda y seguramente seguirá mandando, con muleta o sin ella. Que ese parece el quid de la cuestión: si al PP le dará para gobernar solo o tendrá que apoyarse en la abstención de Vox o darle algunas consejerías, la de Educación, dijo con sorna Tudanca.

No ganó nadie, que en esta comunidad salvar los muebles ya parece un éxito: virgencita, virgencita... Y no hubo propuestas claras, que eso se echó en falta desde el principio, lo mismo que el intercambio de golpes dialécticos, que hasta Xabier Fortes animó hasta cinco veces a que los candidatos se interrumpieran para darle vidilla a un debate que pareció triste y mecánico.

El debate fue triste y plano. Habrá que seguir esperando las propuestas estrella, que el espectáculo no ha hecho más que empezar

Hubo, eso sí, varias preguntas por responder, las más insistentes: la del destino pormenorizado de los fondos para hacer frente a la pandemia y una segunda sobre la “sospechosa” reunión del nuevo consejero de Sanidad con un empresario con un contrato millonario como telón de fondo. No era noche para respuestas, que si no, todo se sabe. Sí se supo de encuentros de madrugada para comprar “epis” y de horarios de panadero.

¿Y de cómo hacer frente a la despoblación? Más de lo mismo. 35 años de gobierno del PP en Castilla y León y cada vez somos menos. Desde el Gobierno Central, desde luego, tampoco han ayudado nada y ahora que tenemos un ministerio para la cosa todavía da más miedo. Prohibido prohibir.

El debate fue triste y plano. Habrá que seguir esperando las propuestas estrella, que el espectáculo no ha hecho más que empezar.