Gracias a Luis, director de la tertulia “Rona Dalva” de Salamanca, que hace un par de semanas me invitó a dictar una conferencia en Salamanca en su celebración de los martes. A la charla le di el título de: “Indefinición de la palabra terrorismo”.

Mi exposición tuvo dos partes, la primera, sobre hechos concretos definidos en los medios de comunicación como actos terroristas y las represalias de los Estados afectados admitidos socialmente como hechos permitidos y no un acto terrorista. La enumeración de los mismos es tan larga que excede, no los límites de un artículo, sino los de una tesis doctoral.

La segunda parte la dediqué a lo que en la actualidad se ha dado en llamar “ciberterrorismo”, hackeismo, guerras asimétricas o guerras cibernéticas. Definiciones y diferencias solo asequibles para expertos.

Aunque parezca increíble después de haber sufrido tantos asesinatos por organizaciones terroristas en todo el mundo, las naciones, que forman el club elitista de Naciones Unidas, no se han puesto de acuerdo para definir los actos terroristas, cada autor que ha tratado el tema le ha dado una definición de acuerdo con sus intereses. En cambio sí existe la definición de guerra, lo cual ha permitido aprobar unas normas internaciones que regulan las relaciones entre los Estados soberanos (Ius ad bello y el Ius in bello) el principio que rige estas normas es obligar a los beligerantes a comportarse con arreglo a las Leyes humanitarias de la guerra.

La indefinición de terrorismo ha impedido que se hayan publicado normas internacionales para proteger a las víctimas resultantes de los actos terroristas y perseguir a los autores de tales actos

La indefinición de terrorismo ha impedido que se hayan publicado normas internacionales para proteger a las víctimas resultantes de los actos terroristas y perseguir a los autores de tales actos en cualquier país en el que se refugien perteneciente a Naciones Unidas. De tal forma, que una organización, y por consiguiente los miembros que la integran, pueden ser declarados terroristas en un país y ser protegidos en otro como representantes legales de un país sin Estado.

En la actualidad cada país ha legislado en esta materia según sus necesidades internas, los más perjudicados son las victimas que siempre resulta ser la parte más indefensa de la sociedad.

En el momento de mi disertación las tropas rusas estaban apoyando al Gobierno de Kazajistán en su represión contra los manifestantes kazajos por las calles de sus ciudades. En el tiempo de las preguntas hubo alguna que hizo referencia a la oportunidad o no de llevar a la Asamblea de la ONU una nueva definición que incluyera el ciberterrorismo y otras formas modernas de ataque a los cimientos de los Estados. Yo no puedo dar nada más que mi opinión personal debido a la opacidad de los Gobiernos para tratar etos asuntos, pero dije que sería un mal momento porque Rusia es una de las naciones, además de EE.UU. de Norteamérica, China, Gran Bretaña y Francia, con capacidad de veto y que Rusia lo ejercería, sin duda. Hoy por falta de esa legislación tampoco hay un consenso para sancionar a Rusia por la anexionarse la península de Crimea y la ciudad de Sebastopol en 2014, entonces Rusia consideró que el acto de deponer al presidente ucraniano Viktor Yanukóvich en 2013 había sido un golpe de Estado con más de 100 muertos en los disturbios producidos durante varios días en las ciudades ucranias que acababan de salir de la llamada “Revolución naranja”.

Ni entonces había una legislación internacional que protegiera los derechos de los ciudadanos ucranianos más allá de los reconocidos en la declaración universal de los Derechos Humanos ni los del Presidente depuesto. Los sucesos internos nos los presentaron como hechos inevitables debido a la corrupción interna del Gobierno pro ruso. Ahora todos nos hemos sentido muy ofendidos por la intervención rusa y nos dicen que Ucrania debe ser una nación libre para tomar sus decisiones. Y ¿quién ayudó entonces a los ucranios a deponer al presidente Yanukóvich? Ahora la UE ha encargado al español, Josep Borrell, la tarea de apaciguar el mal humor del ruso, la otra pata de Occidente está a cargo de “Zorbas Joe Biden”, y ahora ¿cómo llamamos este embrollo? ¡Guerra asimétrica, mal humor de Putin! El único sancionado, por ahora, es un almirante atolondrado de la Armada alemana.

(*) Capitán retirado de la Guardia Civil.