Dentro de las innumerables importaciones culturalmente impuestas que sufrimos constantemente en nuestro país procedentes de los Estados Unidos de América -el faro que alumbra la decadencia económica, política y cultural de Occidente-, así como del mundo anglosajón en un plano más amplio, se encuentra la incorporación en nuestro lenguaje de anglicismos que reflejan las nuevas tendencias económicas asociadas a un consumo cada vez más exacerbado a la par que centrado en unas masas trabajadoras con economías cada vez más precarias.

Dichos anglicismos representan, en una esfera cultural, el empobrecimiento material de la clase trabajadora, que cada año pierde poder adquisitivo con las subidas de precios mientras los salarios se mantienen congelados o disminuyen, al tiempo que se incrementan los beneficios de los empresarios o de los parásitos, también llamados fondos de inversión, tenedores de los medios de producción, que se apropian el beneficio producido a través del, cada vez más barato, trabajo asalariado; ejemplo de la necesidad de “expropiar a los expropiadores”.

Las intenciones del gobierno de eliminar, en todo el territorio nacional, la obligación de servicio público del tren convencional, público y social

¡No lo llames “jugarte la vida en bicicleta como falso autónomo para ganar cuatro duros sin derechos laborales”! Llámalo ser rider emprendedor. ¡Tampoco lo llames el “deber de trabajar y el derecho al trabajo decoroso”! Llámalo job sharing. Y por supuesto, ¡olvídate del derecho a una vivienda digna! Arréglatelas como puedas viviendo conjuntamente en un zulo gracias al coliving.

La retahíla de ejemplos de esta nueva modalidad de vender la misera como algo “cool” es larga -nos mean encima y dicen que llueve-, pero quiero centrarme en un anglicismo en particular, carpooling (compartir el viaje en coche), que es algo a lo que se van a ver abocados cientos de vecinos de las distintas comarcas de la provincia de Zamora debido a las intenciones del gobierno de eliminar, en todo el territorio nacional, la obligación de servicio público (OSP) del tren convencional, público y social.

En la provincia de Zamora contamos con un tren regional vertebrador que presta servicio a siete de nuestras doce comarcas. El ferrocarril convencional de Media Distancia que une Puebla de Sanabria con Valladolid, el cual representa, socialmente hablando, un caleidoscopio de viajeros de distinta índole: Jóvenes que viven en los pueblos -cada vez menos- y acuden a Zamora a estudiar o por fines de ocio -al igual que los cientos de jóvenes que realizan el trayecto inverso entre Valladolid y Zamora-, trabajadores que se desplazan en él por motivos laborales, jubilados que necesitan de este medio de transporte para acudir a los servicios sanitarios de Zamora o Valladolid así como a realizar compras en la capital… Son miles de usuarios los que anualmente optan por utilizar este servicio, bastantes menos a los ojos de Renfe Operadora, que no contabiliza los viajeros ya que prescinde de la figura esencial del interventor, fundamental para la venta de billetes y la asistencia a los pasajeros.

Los sucesivos gobiernos de la España de taifas, desde la transición “de la ley a la ley” de la dictadura a la democracia del capital, han mostrado su apuesta por coser el país “con cables de acero”, en referencia a la multimillonariamente costosa red de Alta Velocidad, abandonando y clausurando miles de kilómetros de vías del ferrocarril convencional, como nuestro particular caso de la Ruta de la Plata, eje ferroviario sin el cual no se podrá ni pensar en el desarrollo económico y social de nuestra provincia, cada vez más hundida en un pozo de atraso secular, fuera de cualquier proyecto presente y futuro de país -sólo contando para ser la “macropocilga” nacional-.

Ahora llega un nuevo y definitivo ataque a la languideciente red ferroviaria pública y convencional -impuesto por la Unión Europea como una de las muchas condiciones para la recepción de los fondos Next Generation- de la mano de la “Estrategia de Movilidad” del Ministerio de Transportes, que habla de un coste desproporcionado al referirse al tren público y vertebrador. Ante semejante osadía se me plantea una cuestión: ¿Cuántas decenas de años se podría mantener la línea entre Valladolid y Puebla de Sanabria solamente con el coste de los viaductos de Alta Velocidad en la línea a Galicia como el que atraviesa el embalse de Agavanzal? Sin duda muchos, pero aparentemente lo costoso es facilitarles a nuestros paisanos la movilidad entre sus pueblos y la capital, y no mantener las colosalmente dispendiosas infraestructuras infrautilizadas de Alta Velocidad, abiertas a la entrada del capital privado, ya que no somos un país soberano ni para mantenerlas sujetas al servicio público a garantizar por el Estado.

Sin duda, en buena parte de las decisiones administrativas que se toman y sin contar tanto factores internos como externos, interviene la voluntad política del o los sujetos que ostentan el poder de decidir qué se hace o no. Algunas cuestiones, como incrementar o no determinados servicios ferroviarios, o incorporar nuevas paradas facultativas en pueblos que aquejan la falta de servicio a pesar de contar con apeaderos, resultan irrisorias, desde una perspectiva presupuestaria (saldrían muy baratas). Desde Izquierda Unida Zamora presentamos una moción, en febrero del pasado año, solicitando al Ministerio de Transportes, Junta de Castilla y León y Renfe Operadora el incremento de la actual relación “ida y vuelta” diaria (dos trenes) entre Puebla de Sanabria y Valladolid a dos (cuatro trenes) diarias, así como el aditamento de la parada facultativa en San Pedro de las Herrerías o el incremento en el recorrido del actual servicio hasta Lubián, para comunicar “As Portelas” con Zamora a través de los caminos de hierro.

En vez de tener en consideración las propuestas o los modos de vertebración territorial razonables, recuperando la red ferroviaria transversal, así como adaptar la capacidad de los trenes a las realidades sociodemográficas del territorio nacional -en Zamora no necesitamos un tren regional de 250 plazas, con 50 nos sobran-, el gobierno, bajo el cínico halo “progre” de la sostenibilidad medioambiental, y con las medidas neoliberales de reducción del gasto público que ellos consideran prescindible -la red AVE no lo es, porque está abierta a la competencia- por bandera, va a eliminar los últimos exponentes de un modelo de transporte público que debería ser nuestro presente y nuestro futuro, pero que pretenden hacer ver como cosa de nostálgicos.

Me gustaría pensar que, entre otros, cierto alcalde/senador/jerifalte del norte de la provincia, muy revolucionario él cuando el Partido Popular acometía las mismas políticas derechistas mientras ostentaba el gobierno de la nación, se va a manifestar en contra de este atropello, pero mucho me temo que guardará un cómplice y soberbio silencio, no vaya a ser que por defender los servicios de sus vecinos cabree a las altas instancias de su partido.

La solución que se va a dar como recambio, sin embargo, va a ser viajar costosamente en la red AVE -quien pueda-, hacer carpooling, ir en bike, walking o directamente staying at home, que en definitiva resulta mucho más ecofriendly.

(*) Concejal de Barrios del

Ayuntamiento de Zamora