“Inolvidable la huella que dejaste en nuestros corazones”

Querida Mamen: aún no me lo puedo creer. No lo quiero creer. Que perdamos a una amiga como tú, cuando aún no tocaba. ¡Cómo lo siento! Cuando el amigo Manolo López Alemán me comunicó la noticia, la tristeza se apoderó de mi y acto seguido, llamé a tu hermana Pilar para trasladarle mi hondo pesar, te soy sincero, no pude contener las lágrimas, porque me venían a la memoria los recuerdos de las vivencias en la Facultad, nuestras conversaciones: Recuerdo cuando me acompañaste a la fiesta de apertura de curso en el Colegio Hernán Cortés, en Gran Vía, y aún conservo la fotografía, que en conversación mantenida hace dos o tres años recordábamos y te acordabas perfectamente.

Siempre que hablábamos por teléfono o nos enviábamos mensajes hacíamos referencia a los buenos recuerdos y me comentabas que en una de tus visitas a Salamanca te ibas a acercar a Valladolid, para vernos, recordar y tomarnos un buen asado... no pudo ser.

Sabes Mamen que te echaré mucho de menos, recuerdo tu sonrisa franca, sincera, tu bondad, nuestras conversaciones y ese cariño especial que nos teníamos y que hemos sabido mantener a lo largo de los años. La amistad de juventud es amistad verdadera.

Los compañeros del curso, mejor dicho, amigos, me consta te quieren y sienten tu pérdida, todos te queremos, y sentimos el profundo dolor que tu ausencia nos produce en los que tuvimos la gran suerte de conocerte, tratarte y quererte.

Desde el cielo estarás comprobando la inmensa cantidad de compañeros y amigos que te queremos.

A tus hijos y familia, especialmente a tu hermana Pilar, mi más profundo sentimiento.

Descansa en paz, querida Mamen y cuenta con mis oraciones.

Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios. (San Agustín de Hipona).

Pedro Bécares de Lera