Es la pregunta que, con esas mismas palabras, se hacen los ganaderos españoles y el sector cárnico en general, ¿de qué va el ministro de Consumo? Cada vez que habla atenta contra España y alguno de sus sectores clave. Estimo que no le gusta ser ministro de ese ramo. Hubiera preferido algo que luciera más. El lustre se lo tienen que dar los titulares de las carteras ministeriales, pero eso, quizá, sea mucho pedirle a este chico venido a más.

El pulso que le ha echado al sector ganadero es vergonzoso, quizá porque el ministro en cuestión es dañino como la brucelosis, la fiebre aftosa, la toxoplasmosis, la encefalopatía espongiforme y todas las zoopatologías juntas. La entrevista concedida al diario The Guardian debería haber estado revisada por el pleno del Ejecutivo, y así haber evitado que el ministro ofreciera, fuera de carta, la “carne de mala calidad” que aseguró exporta España, procedente de “animales maltratados”.

No me extraña que el sector cárnico español haya cargado, y no con balas de fogueo, contra Garzón, asegurando lo que todos sabemos: que lo dicho por el de Izquierda Unida “es una infamia y una burla”. Su irresponsabilidad es palmaria. Debe pedir perdón al sector y rectificar, aunque me temo que el mal ya está hecho. Me uno al cabreo de los ganaderos españoles, deploro la permanencia de este tipo en el Ejecutivo. Los ganaderos le están contestando con argumentos y con la razón.

No me gusta la forma de hacer patria de este tipo. Sus declaraciones al rotativo británico, son motivo más que suficiente para el cese fulminante o la dimisión. Hete aquí que Sánchez no puede cesarlo por el anexo que pactó con Pablo Iglesias. Es una pena porque el presidente del Ejecutivo patrio tiene al enemigo en casa. Así lo manifiesta la oposición, los barones socialistas y las asociaciones agrarias que piden, con razón, su dimisión, amenazando con acciones legales si no rectifica. Y no rectifica. Habla de bulos, de mentiras y más excusas tras las que se esconde.

La obsesión de Alberto contra la carne que comemos los españoles y también muchos extranjeros no fue obstáculo para que en su bodorrio riojano se degustara solomillo de ternera. Cuanta incongruencia. Garzón debe padecer algún síndrome extraño. A ver. Ha arremetido contra el sector del juguete, contra el riquísimo jamón serrano que se produce en España, contra el aceite de oliva que es el mejor del mundo, contra el turismo del que dijo que es un sector de poco valor añadido, contra todo y contra todos. Y eso a pesar de ser el ministro de Consumo.