Hace unos días leí en este diario una carta que el Alcalde de La Hiniesta, don Ricardo Casas, escribió para otro “don” algo más mayor que él, un tal Manuel, al que puede que no tenga el gusto de conocer, pero que, por lo que dice don Ricardo en su carta, me gustaría enviarle un fuerte abrazo y todo mi apoyo, caso de que algún día, estimase, pudiera necesitarlo.

¡Qué razón tiene el alcalde! En los pueblos ya van faltando las personas que, dicho cariñosamente, antaño todos conocíamos como “las fuerzas vivas”: el maestro, el cura y médico, además de la guardia civil, lo que ha hecho que los recuerdos y las estampas de tiempos pasados, tristemente, ya solo formen parte del “ayer”.

Y siendo triste que en la mayoría de nuestros pueblos ya no haya cura, maestro, médico, y ni siquiera guardia civil, más triste es que no haya niños ni jóvenes que puedan hacernos pensar que esos maravillosos núcleos de población que fueron cuna de tantos y tantos zamoranos de bien aún pueden tener futuro.

Nos guste o no, salvo que los políticos que más mandan lo remedien, los sobrios, austeros y entrañables pueblos del “ayer” poco a poco irán desapareciendo porque, aunque en agosto se sigan llenando con los familiares de los padres y abuelos que todavía residen en ellos, cuando éstos falten ya no habrá motivos para volver.

Por eso y por muchas razones más, creo que todos deberíamos ir a visitar cuantos más pueblos mejor, porque puede que si no lo hacemos pronto llegue un momento en que cuando los vayamos a conocer ya no haya nadie que nos pueda saludar, nos de los buenos días o nos informe por donde ir a uno u otro lugar.

Yo así lo estoy haciendo desde que me jubilé y así seguiré haciendo hasta que pueda, porque poco me satisface tanto como ir a los pequeños núcleos de población que aún tienen habitantes y charlar con los que me pueda encontrar, aunque solo sea para que no se les olvide hablar.