“Almudena Grandes no merece ser Hija Predilecta de Madrid, pero, a cambio de nombrarla, ya tengo los Presupuestos aprobados”, acaba de decir el alcalde de Madrid (J.L.M. Almeida) en una entrevista ofrecida a un periódico digital. O lo que es igual que ha comprado los votos de “Recupera Madrid” a cambio de dar un nombramiento a alguien que, según él, no lo merece. Y los concejales de “Recupera Madrid” ha comprado una distinción a cambio de aprobar unos presupuestos en los que no creen. O sea que unos y otros han hecho como Esaú, cuando vendió su primogenitura por un plato de lentejas.

Esa reseña me ha hecho recordar que vivimos en un teatro en el que nada es lo que parece. De manera que si analizáramos la trayectoria de cualquier individuo quizás no sabríamos con qué quedarnos, si con su obra o con su pensamiento humano y político. En opinión de muchos, es la obra lo que prevalece, quedando la valoración del perfil humano y político para sus allegados. Tal separación suele estar justificada más por un vicio que por un defecto.

Cierto que hay veces que, en algunos individuos, la personalidad no se separa demasiado de su perfil político, aunque, la norma general nos venga a decir todo lo contrario. Son los acontecimientos en los que participamos y las vicisitudes que nos va deparando la vida los que van configurando nuestra coherencia, o la falta de ésta. La separación o aproximación entre lo que decimos y lo que hacemos. No hay más que repasar lo que defendimos en un momento determinado y lo que propugnamos ahora para comprobarlo.

Si nos fijáramos, por ejemplo, en la figura del filósofo y filólogo zamorano Agustín García Calvo, veríamos que no parece separarse apenas su obra de su actitud como individuo. Parece constatado que tanto su obra como lo que se conoce de su vida corrieron paralelas a sus particulares ideas, o sea, que fue un hombre coherente.

Siendo muy joven, allá por el año 1955, cuando leía los “Versos del Hermano Camilo”, en “Radio Zamora”, e impartía clases de latín en el “Instituto Claudio Moyano”, dejó su impronta por ser el primer profesor (y quizás el único) que garantizaba a sus alumnos el “aprobado” nada más comenzar el curso. Algo que rompía la regla de sus compañeros de claustro, lo que le valió más de una crítica. En cualquier caso, informaba a los padres sobre si aquel aprobado hacia honor al mérito de su hijo, cosa que dejaba reflejado en el reverso de las papeletas de examen. Diez años más tarde, en 1965, fue expulsado por la dictadura franquista de su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid (a la vez que sus colegas Tierno Galván y Aranguren) por haber apoyado las protestas estudiantiles.

Años después, en su exilio en París, allá por el año 1970, escribió aquel “Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana”, cuyo primer artículo venía a decir que “se declaraba fundada proclamando como su función esencial combatir de hecho y de palabra la desaparición del Estado Español y del Estado en general, y la liberación de la ciudad y comarca de Zamora”. Las opiniones de algunos que conocen bien su obra coinciden en que venía a recoger su pensamiento político.

Pero no de todo el mundo puede decirse lo mismo. Sin ir más lejos, ahí tienen ustedes al conocido periodista Jiménez Losantos que pasó de ser un militante de la ultraizquierdista “Organización Comunista de España” (Bandera Roja) y del “Partido Socialista Unificado de Cataluña” (Comunista) a apoyar al PP y a VOX. O a Jorge Verstrynge que pasó de ser el líder de “Alianza Popular” (Ahora PP) a comulgar con los comunistas de “Izquierda Unida”, sin hacer ascos a Podemos. Tanto el uno como el otro, además se empeñan en hablar sin incertidumbres, lo que los hace aún más incoherentes.

No se trata de que seamos un ejemplo a seguir, pero tampoco un mal ejemplo para ser olvidado. Otro caso de incoherencia es el de Tania Sánchez la diputada que juró y perjuró, infinidad de veces, en el programa de televisión “La Sexta Noche”, que jamás abandonaría a IU (partido en el que militaba). Pues bien, la citada diputada ya ha pasado por otras dos formaciones: “Podemos” y ahora “Más Madrid”. Tony Cantó, “el actor mutante”, ya ha pertenecido a cuatro partidos diferentes en los catorce años que lleva en la política.

Así podríamos seguir analizando a mucha gente, perteneciente a cualquier profesión, y veríamos como se va repitiendo la misma o parecida praxis.

No se trata de poner en solfa los cambios de rumbo - algunos de ciento ochenta grados - ya que todo el mundo tiene derecho a ir rectificando su trayectoria, pero conviene tener presente que nada es lo que parece. Porque quienes son capaces de cambiar tan radicalmente de ideas, lo pueden seguir haciendo en cualquier otro momento, en otra dirección, haciendo “que no sepa uno con quién se está gastando los cuartos”

Y es que, en la vida, en general, y en la política, en particular, con independencia de encrucijadas morales, suele primar el poder sobre la ideología, y el interés sobre la coherencia. Salvo casos aislados, como podría ser el del librepensador Agustín García Calvo que, de haber continuado con nosotros, quizás nos hubiera vuelto a subrayar aquel pensamiento suyo de que “Los nacionalismos son intentos de reducir al pueblo a una idea manejable y sumisa al poder”, o alguna cosa por el estilo. Más que nada, porque muchos siguen sin atreverse a decir en voz alta, lo que piensan. especialmente los que medran y maniobran para aumentar el activo de sus codiciosos intereses.