A la mitad de los castellano leoneses, y puede que en mayor porcentaje en provincias como Zamora, les preocupa, sobre todo: la despoblación y el abandono rural, el paro y la política y sus políticos, por este orden. La encuesta publicada esta semana nombra, por boca de los encuestados, a la Santísima Trinidad de los problemas que lastran a la comunidad y, por ende, a la provincia de Zamora.

Si el año 2020 fue el de la hecatombe sanitaria y económica, pero también en el que tomó cuerpo las reivindicaciones de la España despoblada, 2021, bautizado a su inicio como el de la recuperación, ha cerrado con un preocupante panorama. La escalada brutal en los precios de la energía ha puesto en jaque a la productividad de las empresas y disparado la pobreza energética entre las familias. Junto con la subida de precios de los combustibles y las materias primas, el último trimestre del año ha echado abajo muchas de las buenas perspectivas de recuperación.

Si a ello se le suma el repunte de la pandemia y la inestabilidad política, el comienzo de 2022 no ofrece demasiados alicientes como para que la ciudadanía cambie de opinión sobre los temas que más le preocupan y que sacuden las esperanzas de porvenir a corto plazo.

En cuanto a la pandemia, y pese a la desbocada cantidad de contagios e incidencias desmadradas, si hacemos caso de los verdaderos especialistas, que no siempre salen todos los días en las tertulias televisivas, la letalidad del COVID disminuye y eso trae consigo que los políticos se lo piensen antes de adoptar restricciones, porque el colapso de la economía puede echar abajo los restos de esperanza si se siguen sumando más factores contra el funcionamiento de bienes y servicios. Un ejemplo es la adopción de acortar cuarentenas obligatorias por la Interterritorial de Salud, una medida más económica que sanitaria.

La economía zamorana está obligada a diversificarse y crear puestos de trabajo cualificados en todos los sectores. La demanda debe acompasarse a ese talento que ahora se nos va fuera

La sanidad está ya colapsada por los casos que, en comparación del año pasado, son menos de hospital y más de Atención Primaria. Una rama fundamental que lleva descuidada demasiados años como para poder arreglarla de un plumazo y menos con un plan que supone dejar sin servicios básicos a los pueblos más pequeños.

Será una de las cuestiones que deben abordarse en 2022, porque la patada para adelante solo engrosa el problema, agudizado por la pandemia pero habitual en temporadas de virus estacionales como la gripe común. Los sanitarios padecen el mismo estigma de inestabilidad que otros miles de trabajadores condenados a una temporalidad que hace inviable un proyecto de vida entre los más jóvenes.

La reforma laboral que aprobaba este martes el Gobierno de Pedro Sánchez tras meses de negociación de la ministra Yolanda Díaz con patronal y sindicatos pretende reducir de forma drástica la precariedad que supone la falta de estabilidad en el trabajo, pero el acuerdo a tres bandas corre el riesgo de hacer aguas durante el trámite parlamentario, ya que ni socios de Gobierno ni oposición están satisfechos con un texto que, paradójicamente, aceptan los tres principales actores del mercado de trabajo. Todo vale en este circo de tres pistas en que se ha convertido la política de este país, pulverizando cualquier asomo de acuerdo.

Esa reforma vendría a resolver, en teoría, uno de los principales males del mercado de trabajo de Zamora. Pero sería una solución coyuntural a una situación estructural, endémica, que exige todo un replanteamiento del modelo de mercado laboral zamorano.

La economía zamorana está obligada a diversificarse y crear puestos de trabajo cualificados en todos los sectores. La demanda debe acompasarse a ese talento que ahora se nos va fuera. Proyectos como Monte la Reina no son importantes porque vayan a venir un puñado de soldados a un cuartel, sino porque llevan aparejados proyectos tecnológicos que pueden ofrecer salida a los titulados del Campus de la Politécnica o a los graduados en FP en Zamora que reciben galardones, año tras año, en los certámenes internacionales de Robótica o Mecatrónica.

Son oportunidades abiertas las que simbolizan factorías como la de Latem Aluminium en Villabrázaro. También lo es la propia Sanidad y la atención a dependientes. Un apartado que cuenta con brillantes profesionales salidos de la Escuela de Enfermería del campus Viriato y también con titulados en la rama sociosanitaria de la Formación Profesional. El alto grado de ocupación de la FP hace que en Zamora se queden, por falta de plazas, cientos de personas sin poder acceder a estudios que cada vez tienen menos que ver con aquella Cenicienta alternativa para alumnos menos aventajados.

Y tanto la FP como el campus deben proseguir como atractivo de una población flotante, los jóvenes, con mucho que decir y más por hacer en la Zamora del futuro inmediato. Toca ponerse las pilas en esa reconversión del mercado laboral que es también la de la propia economía zamorana.

Se acabó el 2021, el año en que, dos décadas después culminó la conexión por alta velocidad ferroviaria de la meseta con Galicia a través de Zamora. Una batalla ganada, pero con mucho todavía por luchar. La provincia debe seguir en la senda de la reivindicación para que el AVE no sea un mero tránsito entre Madrid y la comunidad gallega. El tren debe considerarse como un servicio prioritario de comunicación con la capital española, a una hora de viaje, para que sea posible vivir en Zamora y trabajar en Madrid y así evitar seguir perdiendo población si es que aquí no se crean suficientes puestos de trabajo.

Este año 2022, el de los fondos de la Next Generation, exige al centro mirar al Noroeste, tan descuidado, tan abandonado durante tantas décadas. Y al Noroeste y, en particular a Zamora, le corresponde centrar aún más el objetivo hacia el oeste, hacia la Raya. La colaboración con Portugal debe crecer y caminar unidos para conseguir la añorada autovía A-11 hasta Alcañices, además de la Braganza-Oporto, que acaba de recibir el respaldo de la Red Transeuropea de Transportes. Por seguridad, para facilitar la movilidad y porque puede actuar como “lanzadera” para atraer viajeros portugueses al AVE en las estaciones zamoranas, antes de que culmine el proyecto para conectar Oporto con Galicia por ferrocarril y los viajeros de la frontera encuentren otra salida alternativa.

Estos y otros muchos proyectos son los que aguardan como retos en el año que comienza. Tantos y, algunos tan repetidos, que asemejan una carta a los Reyes Magos. Esa en la que queda siempre pendiente el scalextric o la bicicleta. 2022, año de elecciones inéditas en Castilla y León y, uno más, de precampaña, a nivel nacional. A buen seguro será año de promesas, como siempre, pero lo que reclamamos los zamoranos son realidades.