Pararse en mitad del camino a descansar es propio de personas que saben administrar con prudencia las fuerzas y energías para seguir adelante; pararse en mitad del camino a pensar es propio de personas que conocen los beneficios del silencio y de la escucha interior; pararse en mitad del camino para hacerse preguntas sobre las circunstancias, los sucesos, los conflictos y cualquier otro acontecimiento de la vida cotidiana es propio de personas sabias, inquietas y responsables; pararse, en fin, en mitad del camino y contemplar el paisaje, dejándose llevar por el espectáculo de la naturaleza, es propio de personas entrenadas para saborear la importancias de las pequeñas cosas que nos acompañan. Sin embargo, los tiempos que corren no son propicios para ejercitarse en ese cúmulo de tareas tan saludables. Por el contrario, las prisas, la velocidad y el vértigo que nos acompañan en nuestro día a día impiden, en muchas ocasiones, disfrutar de los beneficios del descanso, del silencio, de las preguntas o de la contemplación.

Las prisas, la velocidad y el vértigo que nos acompañan en nuestro día a día impiden, en muchas ocasiones, disfrutar de los beneficios del descanso, del silencio, de las preguntas o de la contemplación

¿Se han interesado alguna vez por conocer el valor de esos recursos? Sí, digo bien: recursos. ¿O tal vez pensaban que cuando se habla de recursos nos referimos únicamente a, por ejemplo, el valor de las piedras preciosas, el gas, el petróleo o los minerales esenciales que se utilizan para la fabricación de teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos, como el coltán, el silicio o el grafito? Responder que sí o que no a los dos interrogantes tiene implicaciones prácticas. Si, por ejemplo, a mí solo me interesan los recursos que sirven para elaborar nuevos productos, entonces, apaga y vámonos. Incluso algunos me colocarían la etiqueta de “estúpido materialista”. Pero si, por el contrario, considero que el descanso, el silencio, la contemplación o la capacidad de hacerse preguntas sobre lo que nos rodea son recursos imprescindibles para plantar cara a los retos de la vida cotidiana, entonces es que estoy apreciando cualidades que, aunque sean difíciles de medir, contribuyen a mejorar el bienestar personal y colectivo.

Cuando apenas quedan seis días para que 2021 se apegue, no estaría mal que todas las personas dedicáramos algunos minutos a pensar sobre lo que realmente valoramos en la vida. Las actuales circunstancias nos lo están poniendo muy fácil para discernir entre A, B o C. Solo tenemos que elegir entre una variedad de recursos, etiquetarlos según sean sus características, y ponerlos en una balanza para comprobar cuáles son los que pesan más en nuestras vidas. Si este ejercicio de simulación ya lo practica de manera habitual, me alegro por usted. Pero si no lo hace, recuerde que aún está a tiempo de pararse en mitad del camino a descansar, pensar, hacerse preguntas o contemplar el paisaje. Ya verá como los beneficios son impresionantes. Y luego, si le apetece, me lo cuenta. En cualquier caso, tanto si es usted de los primeros como de los segundos, le deseo lo mejor. Hoy y siempre. Ojalá que en 2022 nos sigamos viendo y encontrando no solo en este pequeño rincón dominical sino en los numerosos escenarios de la vida cotidiana.