La atomización que afecta a la política, debido al aumento de partidos a derecha e izquierda de los de toda la vida, empezó en la atomización de la crítica literaria. Quizá no sea verdad, pero resulta sugestivo. Hubo una época en la que había unos o dos prescriptores “serios” de las novelas que había que leer. En justa correspondencia, sólo dos o tres editoriales se ocupaban de la producción de esos libros. De súbito, comenzaron a aparecer editoriales pequeñas, independientes, que publicaban cosas muy interesantes y que funcionaban bien sin necesidad de pasar por los circuitos de la prescripción convencional. Alrededor de los grandes grupos editoriales, empezaron a surgir pequeñas iniciativas que atomizaron el sector. La critica literaria se desconcertó porque las recomendaciones llegaban de todas partes y ninguna.

Esta dispersión que afectaba al mundo del libro se daba también en del cine, en el del teatro, en el de las exposiciones de arte. Hasta en las panaderías, donde hasta ayer mismo sólo se encontraban dos variedades de pan, comenzaron a ofrecer al público delicias desconocidas. Pan de escanda, pan de maíz, pan integral con pasas y nueces… Venía uno de dudar qué novela llevarse a casa y perdía otra medida hora en decidir qué tipo de harina combinaba mejor con su microbiota. Recuerdo que en el centro de salud, cuando fui a inmunizarme contra el virus, casi me preguntaron qué vacuna prefería: también había varias.

Somos, en fin, víctimas o beneficiarios, no sabría decir, de una suerte de atomización mental. Los locos, sin ir más lejos, hasta hace poco, estaban recluidos en dos o tres lugares muy bien localizados para no ser confundidos con los cuerdos. Con la pandemia y el deterioro atroz de la salud mental, los locos estamos repartidos por doquier, como si nos hubieran pulverizado o fumigado sobre la población supuestamente sana, de manera que las fronteras entre unos y otros se han difuminado también. Hay complicaciones para establecer el diagnóstico por falta de prescriptores, como ocurre en el mundo de los libros y del arte en general. Somos polvo de estrellas.