Una piedra del pasado.

Leo en este diario que la Azucarera va a transportar el azúcar desde la fábrica de Jerez de la Frontera hasta el Centro Logístico de Envasado de Benavente, ¡en tren! ¡Albricias! que diría el Jabato por los jabatos benaventanos y los amigos del ferrocarril ¡Se reabre la Ruta de la Plata y la estación de la Pradera! ¡Todos a la Mota para dar la bienvenida al tren del azúcar! Todos a celebrarlo: ¡Azúúúúúcar!

Pero se ve que esta noticia tan dulce la han debido importar desde Cádiz, donde son tan luchadores que no pueden creer que al gran centro logístico de Benavente no llega el tren, al contrario que a Montamarta de la canción: “Benavente no tiene tren, no tiene tren, pero sí tiene autovíaaas. Si no fuera por sus gentes ¡caramba! Benavente moriría ¡caramba!”

¡Ay! Si no fuera por las gentes de Benavente que se quedaron sin azúcar cuando saborearon el amargor del cierre de la Azucarera, que al menos se mantuvo en Toro. Y que han seguido luchando como jabatos por la reapertura del ferrocarril de la Plata que cerró el gobierno del PSOE, que prometió reabrir el del PP, y que el gobierno actual sigue convirtiendo en vía verde cuando lo que se necesita es la vía de hierro que podría traer el azúcar en tren hasta la logística ciudad y nos llevaría a Cádiz para respirar el aire de levante y volver a levantarnos contra los cierres.

Contra el cierre de la Azucarera que convirtieron en centro logístico de envasado para conformarnos con un caramelo; contra el cierre de la Tabaquera con la que aprendimos a pronunciar en inglés coreando en las manifestaciones: “Daglas, patrón”; y a favor de un hospital en una lucha que continúa.

Una piedra del presente.

Perdonad por la humorística, y por el estilo irónico. No quisiera ser escéptica pues la Zamora dramática bien merece ser utópicos, estéticos y hasta románticos. Pero en cuanto a lo económico ¡lo que nos falta es la pasta!

Hay muchas, pero cito la que ha concluido con la retirada de las máquinas que trabajaban en los terrenos comprados por la Diputación para que una empresa construyera una biorrefinería en Barcial del Barco que convirtiese los productos del campo, cuyo precio a veces no compensa ni los costes, en bioetanol.

Cuando ya se estaban superando los guijarros burocráticos de una operación que supone gastar trescientos mil euros de dinero público en comprar tierras, para dárselas a una empresa gratuitamente –hasta ahí llega la desesperada situación del desarrollo de Zamora- se denuncia que alguien desde la sombra está lanzando la piedra y escondiendo la mano para que no se haga.

Se apunta de nuevo a la roca del poder político como el que cerró y no reabrió el tren. Tal vez la decisión haya sido empresarial como la del cierre de la tabaquera multinacional World Wide Tobacco en su día en Benavente; o aquella otra multinacional Tesla que no quiso venir pese a que la presidenta de la Diputación de entonces también prometió ceder suelo gratis; o Softec, esa empresa que avaló para poner en Zamora todo un presidente del Gobierno de España. Sea el poder político, el empresarial o ambos, por nuestra casa “no ha pasado tan importante señor” –como canta Atahualpa Yupanqui del dios que no va a casa de los pobres como esta provincia.

Hay que recordar que la casera empresa zamorana Magdala pasó a llamarse con nombre en inglés Green Energy. Y puede que también haya un “Míster Daglas”, o se esté esperando un bienvenido Míster Marshall.

¿Una piedra del futuro?

Hablando de Míster Marshall, y de la película del genial Berlanga, no puedo menos que temer por el proyecto estrella de futuro de la Diputación, también con nombre extranjero, “Silver Economy”, lo cual intranquiliza tras los precedentes empresariales anteriores. Si me ha recordado a Berlanga es porque el pueblo castellano de Villar del Río en la película puso todas las esperanzas, trabajo y dinero necesario para recibir al Míster que iba a traer dinero de América, y de momento el pueblo zamorano está haciendo lo mismo para intentar que lleguen fondos europeos para hacer de la provincia un paraíso para los que peinamos canas o silver.

Además de la ilusión y el trabajo, en este momento tenemos “sílveres”, o sea gente envejecida, para dar y tomar. Y tenemos también el apoyo verbal de prácticamente todas las instituciones e incluso financiación prometida de la Junta. Casi lo mismo que la biorrefinería de Barcial del Barco hasta hace unos días. De ahí que haya que estar alerta ante los posibles guijarros, pedruscos, meños o peñas cercanas - por aquí hay mucho granito- que puedan ponerse.

El momento actual es de un proyecto futuro que se define con demasiadas esdrújulas tecnológicas para una provincia sin cobertura de teléfono y de Internet: Cambiaremos la estadística, el futuro es muy fantástico. Llevaremos la informática hasta el pueblo más desértico. Implantaremos domótica con sistemas cibernéticos. La vivienda tecnológica será atractivo magnético. Habrá empresas de robótica, para empleos tecnológicos. Para economía estratégica y desarrollo magnífico. Implementando logísticas a los procesos genéricos, que favorezcan dinámicas de caracteres pragmáticos. Empezando en Villafáfila ampliaremos la estadística. Y hasta los de la ciática serán seres autonómicos, con los cuidados robóticos.

Perdonad por la humorística, y por el estilo irónico. No quisiera ser escéptica pues la Zamora dramática bien merece ser utópicos, estéticos y hasta románticos. Pero en cuanto a lo económico ¡lo que nos falta es la pasta!

Advertidos estamos desde hace tiempo, porque los tres proyectos han encontrado o pueden encontrar piedras en el camino para que nuestro destino sea “rodar y rodar” emigrando.

Pero no van a evitar que sigamos como en la canción: “con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero”. Luchando por los tres proyectos y por muchos otros que no caben en un solo artículo. Porque nuestra lucha es de ley, o sea, justa.