Al profesor don Santiago Samaniego Hidalgo.

Qué duda cabe que el conocimiento de la historia, en todas sus ramas, es inexcusable para “saber de dónde venimos” y orientarnos, aprendiendo del pasado, a tomar conciencia y mejores resoluciones respecto a las obligaciones que diariamente debemos adoptar para contribuir a conseguir una sociedad más justa, más desarrollada, más armoniosa, etc.

Además, el estudio y lectura de la historia; que supone, normalmente, una interesante “novela” con personajes y hechos reales, es inexcusable para comprender el presente por ser el resultado de lo acaecido con anterioridad. Los hechos, la situación actual, no surgen “de buenas a primeras”, “porque sí”, son el resultado de los acontecimientos pretéritos, al igual que lo actual condiciona el porvenir. Por ello la altísima y gravísima responsabilidad de cada generación de procurar arbitrar y aplicar con rigor y esmero todos los recursos disponibles, todas las potencialidades, para incrementar y mejorar lo recibido para bien de los presentes y de las futuras poblaciones.

Consecuentemente, la investigación sobre todo lo recibido es fundamental para conocerlo a fondo, para divulgarlo, para transmitirlo, para valorarlo. Debe impulsar, como suele suceder, a que los graduados y los doctores en Historia, se apliquen a tales tareas tan necesarias y beneficiosas para la sociedad. Y, claro está, al ser posible indagando sobre lo más próximo; quizá, por que inicialmente se conozca mejor, se sienta más, etc.

Así, la bibliografía sobre Zamora, se ha visto enriquecida con el texto titulado “La iglesia de San Andrés en Zamora y el mecenazgo Sotelo”, del que es autor el profesor universitario don Santiago Samaniego Hidalgo; “que constituyó el texto de su tesis doctoral” y que mereció las máximas calificaciones. Y como “producto” de dicha tarea, es un texto amplio, profundo, documentadísimo, con numerosísimas notas a pie de página, bibliografía exhaustiva reseñada, etc., lo que refleja el profundo, duro, riguroso y completo trabajo, como el tiempo empleado que le ha supuesto. Consecuentemente, un estudio “canónico”, “un estándar de excelencia”.

Por lo tanto, estimamos que dicha publicación, editada por el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, de la Diputación de Zamora, es de lectura “obligatoria” para quienes deseen conocer “a fondo” uno de los inmensos “tesoros” artísticos que nos ofrecen la capital y la provincia de Zamora; para mejor conocerlos, apreciarlos y “saborearlos”.

Y es que hay una “obligación moral” de aprovechar lo que los profesionales y los estudiosos nos ofrecen, y que las Administraciones Públicas financian, para disfrutar y aprovechar sus esfuerzos y publicaciones, que con tanta generosidad y sentido de servicio público ofrecen a la ciudadanía para que sea más “ilustrada”, mejor conocedora de su pasado y, por todo ello, con más sentido de las responsabilidades que supone; como es la de su mejora continua para bien de todos, por la reflexión y la toma de conciencia que toda lectura debiera conllevar. En resumen, como toda tarea humana, con el fin de hacer una sociedad mejor y un disfrute espiritual, intelectual, etc., lo que distingue a los humanos de los “hermanos irracionales”.

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Amigo Santiago, infinitas gracias “por inculcar a tus conciudadanos el amor al Arte”, esperando que pronto podamos leer la “Historia de Fuentesaúco”.

Marcelino de Zamora