Dentro del espectro ideológico de la “izquierda posmoderna”, representado en España por Podemos y sus marcas blancas, colectivos y activistas varios, se suscita el uso de neologismos o lenguajes inventados mientras se tiende a tildar de caducos conceptos provenientes de nuestro pasado más reciente -y los cuales se muestran vigentes con tan sólo observar analíticamente el acontecer social-, en los cuales podemos encontrar realidades materiales palpables como el conflicto capital-trabajo que se viene gestando históricamente desde el despertar industrial de las naciones europeas, y que se mantiene activo hasta nuestros días: la lucha entre los productores de riqueza, los trabajadores, y la burguesía parasitaria y tenedora de los medios de producción.

Desde el Ayuntamiento de Zamora hemos trasladado nuestro apoyo a los comités de empresa y trabajadores del Grupo Siro en sus reivindicaciones, así como en las posibles movilizaciones futuras que puedan tener lugar

Es tal la vigencia de dicho conflicto, que a día de hoy se encuentra tan activo como hace cientos de años. Sólo hace falta reparar en las movilizaciones que los cientos de trabajadores del Grupo Siro, en sus fábricas de Toro, Aguilar de Campoo y Venta de Baños, están llevando a cabo contra el patronalmente denominado como “Plan de Competitividad”, el cual no es más que un burdo eufemismo bajo el cual camuflar el atentado que desde la dirección empresarial se está pertrechando contra los derechos laborales, aquellos que tantos años de esfuerzo y lucha sindical le ha costado a la clase obrera adquirir; sí, esa clase obrera que sigue existiendo, que nunca ha desaparecido, aunque para algunos pueda resultar mucho más “cool” desmembrarla en cientos de denominaciones y colectivos minoritarios diferentes -divide y vencerás-, con aquello de que nadie se sienta ofendido o infrarrepresentado, en una sociedad en la que cada día se prima más el sentir que el razonar, avanzando hacia una distopía que asusta.

En el caso particular del Grupo Siro, llama la atención el hecho de tratarse de un ente empresarial que no ha sufrido el varapalo económico atizado por la llegada del coronavirus, ya que durante los meses más duros de la pandemia (confinamiento incluido) ha continuado con la producción y con las ventas, incluidas las de los bienes almacenados en estocaje por si venían mal dadas, y que incluso se ha aprovechado del colchón de dinero público facilitado a través de los ERTE.

Sin embargo, en plena coyuntura de las negociaciones por un nuevo convenio colectivo en la fábrica de Toro -en las cuales la empresa ya ultrajaba las condiciones laborales existentes en el convenio a actualizar, ante la oposición del Comité de Empresa y sus propuestas de mejora-, la empresa alude a una supuesta deuda de 300 millones de euros -los trabajadores no han recibido ni una sola explicación de donde proviene semejante déficit- y a la necesidad de encontrar un grupo inversor interesado en inyectar liquidez, todo ello enmarcado dentro del ya mencionado “Plan de Competitividad”, mediante el cual la empresa pretende imponer un convenio único para las tres fábricas que reduce los derechos laborales al mínimo contemplado en el Estatuto de los Trabajadores.

En este contexto se encuadra la situación actual de los trabajadores en las factorías nacionales del Grupo Siro, los cuales afrontan una incertidumbre laboral tras la cual se perciben las intenciones cobijadas por la empresa en su “Plan de Competitividad”, así como la eliminación de cualquier conato de diálogo y negociación, pasando a imponer la voluntad patronal de forma totalitaria, con el fin de hacer comulgar a los trabajadores con ruedas de molino ante el silencio sepulcral en las explicaciones de la supuesta deuda de 300 millones, que desde luego no han de pagar los trabajadores con sus derechos laborales. Ante esta coyuntura solo queda una salida: la organización sindical y la lucha obrera. Que cunda el ejemplo tenaz de los obreros del metal en Cádiz, así como el de los trabajadores de la factoría de Pilkington en Sagunto o el de las trabajadoras de la limpieza en los colegios de Castellón, que han dado un sublime ejemplo, en las últimas semanas, acerca de la importancia de la organización y la conciencia de clase a la hora de lograr los objetivos materiales por los cuales se han convocado las huelgas, esto es, el mantenimiento o la mejora de los derechos laborales fijados en los convenios colectivos.

Desde el Ayuntamiento de Zamora, gracias a la moción presentada por Izquierda Unida -y apoyada por todos los grupos-, hemos trasladado nuestro apoyo a los comités de empresa y trabajadores del Grupo Siro en sus reivindicaciones, así como en las posibles movilizaciones futuras que puedan tener lugar. Ni un paso a atrás en la defensa de los derechos conseguidos. A por todas, compañeros.

(*) Concejal de Barrios del Ayuntamiento de Zamora