¿Estamos prestando la atención necesaria a la salud mental de niños, adolescentes, jóvenes y adultos? Si así fuera no se habría batido el histórico récord de suicidios de 2020. La tendencia registrada en los últimos años y el devastador efecto que ha tenido la pandemia, con especial incidencia sobre los colectivos más vulnerables, son indicios más que suficientes para constatar que el pasado año ha sido particularmente doloroso y terrible en lo que respecta al número de suicidios registrados.

El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre los más jóvenes en España. Es vital el llamamiento a madres, padres, profesores y el resto de actores implicados en la educación de los chavalitos, alertándoles de las consecuencias del sufrimiento psicológico y hacerlo abiertamente, sin tabúes y huyendo del estigma y la tristeza. Los expertos inciden en que el 70% de las psicopatologías aparecen durante la etapa infantil y la adolescencia.

Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, durante el primer año de pandemia, 3.941 personas decidieron poner fin a sus vidas. Es la cifra más alta alcanzada desde 1908, año en el que empiezan a recoger datos. De estos fallecimientos, 300 tenían entre 14 y 29 años. Además, los suicidios en niños se duplicaron en 2020 con respecto a 2019. Estos datos han vuelto a activar las alarmas en España. Y es que nuestro país todavía no cuenta con un plan o estrategia estatal para la prevención de esta epidemia invisible que, en 2020, arrasó con una vida cada dos horas. ¡Tremendo! Zamora no es ajena a este problema.

En materia de suicidios no hay que perder la esperanza. La mayoría de especialistas coinciden en señalar que el suicidio se puede combatir al igual que se puede prevenir. Los signos de advertencia no siempre son obvios y pueden cambiar de unas personas a otras. Algunos dejan claras sus intenciones mientras que otros guardan en secreto sus pensamientos y sentimientos suicidas. No voy a entrar en valoraciones morales, entre otras cosas porque el suicidio no es un defecto del carácter, ni de la moral, modestamente entiendo que se trata de un desequilibrio.

Todas las situaciones tienen salida. Cuántas veces debiéramos tener más en cuenta aquel refrán que recuerda: “Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana”. Solo hay que tener capacidad para ver más allá, buscar ayuda. Hay que darle la vuelta al terrible titular que nos recuerda que el suicidio es el mayor problema de salud pública en Europa con una tasa de prevalencia de 11.93 por 100.000 habitantes. Por cierto, hablar del suicidio no provoca un efecto llamada.