Nunca es tarde si la dicha es buena. Consejos vendo que para mí no tengo. Sobre gustos no hay nada escrito. Quien mucho abarca poco aprieta. Quien tiene boca se equivoca. Y podría seguir hablando en refranes hasta el último punto de esta columna porque los refranes fueron mi primera afición a las palabras. Herencia oral.

Nunca había visto hacer una enmienda a la totalidad de los refranes. Con la de cosas nefastas que hay en el mundo y que alguien decida emprenderla precisamente contra los dichos populares que recogen un tiempo, un saber, un sentir. Bueno, ocurrió.

Con toda mi indignación, me senté a la lumbre con la única abuela que me queda y nos pusimos a grabar refranes

La exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena está estos días de promoción de su nuevo libro y supongo que por eso recaló en el podcast milenial más popular, es decir, “Estirando el Chicle”. No salió muy bien parada.

“Los refranes son una birria, yo los odio todos, los refranes son todos conservadores, de mala leche, son todos cosas horribles, hay poquísimos refranes que sean de buena gente”, dijo y cito textualmente.

Sigo un poco ojiplática, la verdad. Una señora jueza progresista que no tiene ni diez años menos que mis abuelas (tiene 77) hablando así de la sabiduría popular. Mis abuelas las que me enseñaron a hablar con frases y rimas y músicas que no aprendieron en los libros.

Con toda mi indignación, me senté a la lumbre con la única abuela que me queda y nos pusimos a grabar refranes. A quien madruga, Dios le ayuda. No por mucho madrugar, amanece más temprano. Cuando marzo mayea, mayo marcea. Aire burgalés, ni conejo ni pez. Por San Blas la cigüeña verás, si no la vieres año de nieves. Agua de febrero, buen prado, buen centeno y buena mata de abaleo. Abril, abril, de mil en mil años habías de venir. Abril hueveril y mayo pajarayo.

Mi abuela estaba tan contenta. Con toda su paciencia repitiendo las tomas y a cada refrán más alegría, grabando los dichos de su vida y celebrando que todavía a sus 84 años puede recordarlos. La acabo de llamar para comprobar los refranes antes de enviar la columna, verificación de datos. Dijo: oye, hija, pues sí que juntamos unos cuantos.

Pero queremos más. Queremos que los que podáis os sentéis también con vuestros abuelos, vuestras tías, vuestros vecinos o que llaméis a vuestros padres o a ese primo segundo y nos ayudéis a salvar los refranes: cultura popular, memoria, ingenio. Los podéis enviar a la cuenta de Instagram (salvemos_los_refranes) o al correo (los.refranes.no.son.una.birria@gmail.com) y prometo irlos publicando, recopilarlos y que un día no tan lejano sean un libro merecidamente ilustrado. Ojalá os haga también ilusión: manos a la obra, que unos tienen la fama y otros cardan la lana.