Hace unas semanas cayó en mis manos un libro compuesto de numerosos fragmentos de la obra de Francisco de Quevedo. Entre sus relatos satíricos, sus obras festivas y sus poemas, encontré un romance que narraba historias de danzas y bailes que señalaba: ”pereciéndose de risa, tras los espejos se anda, viendo como el solimán, muy de pintamonas campa”. En aquellos días, los concejales socialistas estábamos haciendo una ingente tarea de recopilación de fotografías en todo el casco urbano de Zamora, que constataban el deterioro causado por las pintadas y las firmas callejeras. Por ello, cuando leí aquella estrofa, el pintamonas de Quevedo cobró una nueva dimensión, y comencé a ver a ese pintamonas (y a otros tantos), a la vuelta de cada esquina, encaramados en cada fachada y ocultos al abrigo de monumentos e iglesias románicas.

En esos mismos días, saliendo del aula del instituto, me preguntaba si los profesores estaríamos haciendo todo lo que estaba en nuestra mano para inculcar la importancia de cuidar nuestro patrimonio y para lograr el compromiso cívico de los más jóvenes. Sé que estadísticamente los pintamonas son un grupo muy minoritario pero, cada vez que cruzaba los pasillos del instituto, no podía evitar pensar que entre todos ellos se encontraba algún pintamonas al que no estábamos siendo capaces de imbuir el respeto por el espacio público y por la herencia que nos hicieron llegar nuestros antepasados. A pesar de que los pintamonas son una minoría, el perjuicio que generan al patrimonio histórico y artístico de la ciudad no es algo que pase desapercibido para cualquier vecino, y transmiten una sensación de dejadez y abandono que se impregna en la retina de cualquier viajero o visitante.

Para aquellos que nos dedicamos a la enseñanza, el poder aleccionador de la educación es una pieza clave para comprender el daño generado por las firmas y pintadas a nuestro entorno. Sin embargo, somos conscientes de que la concienciación es necesaria pero no es suficiente para resolver el problema de grandes dimensiones al que nos enfrentamos. A pesar de la “política de muralismo” desplegada por el Ayuntamiento de Zamora en los últimos años para poner en valor el arte del grafiti, no se ha conseguido avanzar en la erradicación de las pintadas callejeras que estropean y afean el patrimonio, y ni siquiera se han puesto los medios necesarios para intentar que éstas disminuyan. Un acuciante problema que afecta cada día más a nuestro casco histórico y a nuestros barrios, a nuestros monumentos y a nuestras fachadas, y que ofrecen un panorama desolador.

Fruto del convencimiento de que no se está haciendo lo suficiente al respecto, desde el Grupo Municipal del PSOE hemos presentado un plan de intervención integral para responder activamente a la lacra de las pintadas callejeras. Con el título de “No seas pintamonas”, esta iniciativa pretende poner el foco de atención en una problemática desatendida por la administración local. Si bien es evidente que el consistorio no es culpable de estos actos vandálicos, sí es responsable de no poner los medios necesarios para combatirlos. Actuaciones que complementen la labor de concienciación, que avancen en el diagnóstico, que intensifiquen la limpieza y que hagan uso de la disuasión cuando sea necesario.

Para explicar detalladamente los pormenores de esta iniciativa, los concejales socialistas ofrecimos una rueda de prensa donde señalamos cuatro áreas prioritarias de actuación: detección, limpieza, concienciación y disuasión. Presentamos el trabajo de recopilación realizado durante más de dos años para elaborar un “mapa de las pintadas”, que cuenta con un visor cartográfico que puede actualizarse periódicamente identificando zonas afectadas. Y propusimos medidas complementarias, como la creación de una patrulla de limpieza inmediata, la instalación de cámaras de video-vigilancia en los espacios más afectados y la modificación de la normativa sobre sanciones a actos vandálicos que afecten al patrimonio histórico y artístico de la ciudad. En resumen, ofrecimos varias líneas de actuación y las herramientas necesarias para que el equipo de gobierno de Izquierda Unida se ponga manos a la obra y comience a combatir una situación que se agrava con el paso de los años.

Estamos convencidos de que los pintamonas son pocos y será cada vez menos, pero es imprescindible que el Ayuntamiento de Zamora no siga de brazos cruzados, sin avanzar en el diagnóstico, sin acelerar los procesos de limpieza y sin poner los medios disuasorios adecuados. Una ciudad que aspira a ser Patrimonio Mundial de la Humanidad, volcada con el turismo y que quiere hacer del patrimonio histórico y artístico su santo y seña, no puede permanecer en la inacción ni mantenerse a la expectativa, mientras las pintadas y firmas callejeras siguen afeándola día a día y los pintamonas campan a sus anchas.

(*) Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Zamora