Año 2021. La Tierra está aterrorizada por lo que parece una inevitable crisis climática y Europa ha tomado la decisión de implantar la revolución de las renovables allí donde sea posible. Las empresas revisan los mapas y encuentran territorios libres en la España Rural. Encuentran millones de metros cuadrados que no pertenecen a nadie. Bueno, a nadie no exactamente... Son terrenos públicos en su mayor parte. Ningún problema. Las empresas hablan con los alcaldes y les prometen pasta, mucha pasta para que pasen por alto este y otros pequeños detalles... Pasta fresca para organizar las mejores fiestas de la comarca. Pasta fresca para grandes proyectos urbanísticos. Pasta para presumir de pasta. No es que a estos pueblos les haga falta la pasta, pues en general estamos hablando de lugares que cuadran bastante bien sus presupuestos, pero ¿quién le hace ascos a 1.000 euros por hectárea como dicen? ¿O quizá me quedo corto?

En los términos de Justel y Muelas de los Caballeros hay previsto, sin ir más lejos, un megaparaíso de extrawatios que ocupará la nada despreciable extensión de 628 hectáreas, o lo que es lo mismo: unos 30 kilómetros de perímetro de vallado, aproximadamente. Este nuevo solar, asentado sobre praderas y montes de alto valor ecológico, podría llamarse también pantano artificial, porque quedará “anegado” con placas de silíceo: una superficie cristalina capaz de absorber la energía del sol tal y como lo hacen todos los embalses del mundo (solo que aquí lo de bañarte, olvídalo).

Volvamos al principio. Año 2021. El planeta Tierra está aterrorizado por la evidencia de una brutal especulación y colonialismo sin límites (perdón, crisis climática) causada, en su mayor parte, por el metano que producen los animales que se alimentan de piensos que antes eran selvas. Pero como el metano no se ve y el humo sí, y lo de comer carne no lo vas a prohibir pero algo hay que hacer para salvar las apariencias, Europa toma la decisión de inyectar grandes ayudas a grandes empresas para que el territorio vaciado del Sur se convierta en una inmensa granja de centrales eólicas y solares, todas ellas estupendas fábricas de producir pasta, mucha pasta, mientras el precio de la luz no baje, está claro.

Si los beneficios de este pequeño y hermoso jardín están claros, con su constante y paciente aportación al bienestar común, los beneficios al medio ambiente de 700 campos de fútbol juntos cubiertos de placas solares plantean numerosas dudas

Y ahora pongamos en marcha la máquina del tiempo y regresemos a Muelas de los Caballeros hace un siglo. Un indiano, Maximiliano Santiago Prieto acaba de terminar su gran obra vital. 12 hectáreas de terreno en las que ha plantado todas aquellas especies que traía de sus viajes por España y el extranjero.

El jardín de Fenal es hoy uno de los rincones de La Carballeda que más asombro nos pueden causar, sobre todo a la capacidad de adaptación de las especies plantas y su monumentalidad, especialmente las secuoyas. Es además un jardín muy singular, pues en 100 años no hubo más Maximilianos que realizaran una labor semejante.

Si los beneficios de este pequeño y hermoso jardín están claros, con su constante y paciente aportación al bienestar común, los beneficios al medio ambiente de 700 campos de fútbol juntos cubiertos de placas solares plantean numerosas dudas. Veamos:

La primera de ellas se refiere a la energía desarrollada en la fabricación misma de las placas y los materiales empleados. Los científicos calculan que las placas tardan entre 2 y 3 años en compensar la energía necesaria para su fabricación. Esto sin tener en cuenta factores exógenos como la extracción y transporte de materiales, y sin mencionar las tierras raras necesarias (muy escasas en el planeta) o sin dar cuenta de la necesidad de abrir canteras de cuarzo, que es de donde se saca el silíceo. ¿Tendrá que ver esto con la mina de cuarzo proyectada para Hermisende?

La segunda duda es la vida útil de las placas. Se está hablando de 25 años. ¿Y después? ¿Qué pasa con el desmontaje? ¿Se reciclarán las placas o se quedarán abandonadas en el paisaje?

La tercera es si será posible la vida dentro de un recinto vallado donde la vegetación ha de ser retirada para plantar las estructuras de solares. Además, desertizar 700 campos de fútbol para producir energía “renovable” no parece muy ecológico, ¿verdad?

La cuarta tiene que ver con las líneas de alta tensión. No solo por el terrible impacto para las aves sino previsiblemente para las personas: La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer ha alertado, en base a prestigiosos estudios, sobre la posibilidad real de que los campos electromagnéticos de baja frecuencia puedan originar leucemia, tumores cerebrales y alzhéimer.

Y la quinta, y no menos importante, es si alguien tendrá valor para irse a vivir a un lugar sin paisaje, o con el paisaje tan industrializado. O si quienes tomaron no hace mucho el camino de vuelta a lo rural se arrepentirán al contemplar su querido paraíso echado a perder. Aunque parezca raro, hay seres humanos que no pueden vivir sin paisaje.