(Tempus fugit ... Virgilio).

“El tiempo se escapa, como las nubes, como las naves como una sombra. Pero huye tanto, huye irreparablemente el tiempo”.

El pasado domingo, día 14 de noviembre, acudimos a visitar LUX, las Edades el Hombre, en sus sedes de Carrión de los Condes y Sahagún que, como bien es conocido, ponen una vez más de manifiesto, la gran importancia de nuestro patrimonio artístico y cultural de carácter religioso.

En esta edición XXV, la figura principal es la Virgen María, de especial devoción en nuestras queridas tierras castellano-leonesas.

En Carrión de los Condes visitamos las dos iglesias, sedes de la exposición, Santa María del Camino y Santiago, que acogen tres capítulos de la muestra, donde podemos contemplar obra de los Berruguete ( adre e hijo), Alejo de Vahía, Fernando Gallego, Gregorio Fernández, Siloé ... de grandísima importancia.

El tiempo en los pueblos, a Dios gracias, pasa más despacio y visitamos el Convento de las Madres Clarisas de Carrión, donde pudimos contemplar la exposición de sus belenes, una auténtica joya, que merece ser visitada.

Realizadas las visitas culturales, procedimos a reponer fuerzas y para ello, nada mejor que una buena comida en el Mesón El Portón, de Carrión de los Condes, pues, estando en pleno Camino de Santiago, procede aplicar el refrán castellano “Con pan y vino se anda el Camino”, y en efecto, tras una buena comida regada con un rico vino y, todo hay que decirlo, atendidos por un camarero de los “que saben estar”, concluida la comida nos dimos un paseo por Carrión de los Condes, cuna del marqués de Santillana, y a continuación, nos dirigimos a Sahagún por el Valle del Cueza, río que da la sensación que aparece por doquier, ello nos hizo más agradable el viaje.

Llegados a Sahagún, visitamos el Santuario de la Virgen Peregrina y la Iglesia de San Tirso, donde se muestran obras a Mater Misericordiae y Salve, Regina. Las sedes de Sahagún son dos auténticas joyas de arte, en un estado de conservación inmejorable.

Llegada su hora, nos despedimos de Juan José, el amigo con el que partimos de Valladolid en su coche, y estuvimos durante todo el domingo, visitando las exposiciones y compartiendo mesa y mantel, pues, es amante de la buena mesa y del buen vino, todo con moderación, y, el regreso lo hicimos en tren procedente de Ponferrada con destino Valladolid, y con parada en todas las estaciones de su recorrido.

Durante el viaje de regreso mantuve una breve, pero interesante conversación con el revisor, hombre educado y correcto, acerca de el estado de la estación ferroviaria de Sahagún que, permanecía cerrada a afectos de la expedición de billetes, lo que me produjo cierta tristeza y me pregunté por qué motivo la estación de Sahagún, teniendo en cuenta su privilegiada situación permanecía “cerrada al público”, permítaseme la expresión, en un año como el presente, Año Santo Jacobeo.

Le pregunté al revisor, quien con tristeza, me contestó, son decisiones de los de arriba, en su expresión me lo dijo todo.

La breve conversación con el buen señor, me trajo a la memoria una serie de recuerdos sobre los modelos de trabajo, el tiempo, la soledad del revisor en su ruta y el silencio reinante en el Convento de las Madres Clarisas de Carrión de los Condes.

Referente al tiempo diré, queridos lectores, que un día organizado fuera del ámbito del día a día, “cunde”, como decimos por estos pagos, y da para todo.

Recuerdo que leyendo recientemente un libro en el mismo se recogía: “Qué clase de sociedad permite que un padre vea a su hijo solamente veinticinco minuto por la mañana y otros tantos por la noche. Qué clase de sociedad permite que un niño se levante a las siete de la mañana para diariamente mudarse a otra casa”.

Repetimos durante cuarenta años: Volví a mi puesto de trabajo/ Trabajé/ Almorzamos/ Volví a trabajar/ Bajamos a comer / Subimos a trabajar.

A diario, despertador, ducha, desayuno, al trabajo, sin comentarios...

En cuanto a los modelos de trabajo, tales como trabajo presencial, teletrabajo, y el modelo de trabajo híbrido, que consiste en combinar el trabajo en la oficina con el teletrabajo, que según algún sector será el trabajo del futuro. Gracias a Dios, quien estas líneas escribe está jubilado, pero ese ritmo, presumo no es fácil de soportar.

Reflexioné sobre la soledad del revisor de un domingo por la tarde en su ruta de Ponferrada a Valladolid, soledad que aprecié en su mirada, espero no equivocarme, pero era una persona que necesitaba conversación.

Y en cuanto al silencio y paz conventual que se respiraba en el cenobio de las hermanas clarisas de Carrión de los Condes, bien merece una visita y si es posible y el trabajo se lo permite, pues ahora todo gira en torno al trabajo, permanecer en su hospedería un fin de semana, perfecto.

Pasamos un domingo feliz. El corto periplo mereció la apena y les recuerdo que la clausura de la exposición LUX, es el día 19 de diciembre.

Anímense y tómense un finde de descanso que su cuerpo y espíritu se lo agradecerán.

Pedro Bécares de Lera