Los aliados parlamentarios del Gobierno, ponen constantemente de relieve la debilidad parlamentaria del Ejecutivo y, como a río revuelto, ganancia de pescadores, los partidos independentistas aprovechan todas las coyunturas y el impacto que su apoyo supone en la aritmética parlamentaria, para lanzar constantes ofensivas contra la Monarquía. Van a por todas y no cejan en su empeño. La Ley de Memoria Democrática tiene mucho que ver en las constantes andanadas que lanzan a la línea de flotación de la Monarquía patria.

Esta Ley estaba llamada a ser una de las iniciativas con las que el Gobierno quería sacar pecho. Tras la exhumación de los restos de Francisco Franco, querían ir mucho más allá, pero el recorrido está lleno de baches y piedras de todos los tamaños, colocadas por Esquerra, Bildu, PNV, aunque, ya ve, estos últimos son los que más cautos se muestran. Quizá porque son zorros viejos. Que a nadie quepa duda que, así y todo, sacarán redito de la negociación. Eso es lo que solivianta a la mayoría ciudadana.

Es vergonzoso que arremetan constantemente contra quien no puede defenderse, porque está ausente, impulsando comisiones de investigación sobre la figura del rey Don Juan Carlos. El linchamiento que se está efectuando no pasa desapercibido a los ojos de gobiernos extranjeros, algunos de los cuales estampan su estrella, como España, en la bandera comunitaria.

Menos mal que la postura del Gobierno en ese sentido es clara y parece que firme. Blinda la figura de Felipe VI y salvaguarda la Institución. El Gobierno, ni entra, ni valora, ni atiende las demandas que se encuadran en la liturgia habitual de los soberanistas, por todos conocidas. Moncloa, no obstante, no da puntada sin hilo. Por un lado blinda a Felipe, desechando la ley de la Corona por su complejidad política y jurídica, y por otro trabaja junto a la Casa Real en cambios en las normas internas. ¿Qué más cambios quieren? Años, décadas, llevamos los españoles esperando cambios en la remuneración de los políticos, sus privilegios y prerrogativas, sin que Gobierno alguno haya hecho un solo gesto que nos animara a los ciudadanos a creerles y apoyarles.

Me parece muy bien que Moncloa trabaje denodadamente por establecer un mayor control sobre las cuentas de la Casa Real, cabe preguntarse para cuando deja un mayor control sobre las cuentas de Moncloa. Quieren que las Cortes puedan controlar algunos gastos de la Monarquía pero nada hacen porque haya un mayor control en los gastos de presidencia y de los distintos ministerios, algunos desmadrados, propiciando partidas presupuestarias para no se sabe bien qué, como no se sabe bien a quién. ¿Quién controla al controlador?