Talento inspirador de jóvenes emprendedoras, de quienes ejercen un papel de liderazgo y de aquellas que lo han dado todo a lo largo de una vida de entrega a su trabajo. Un rico cóctel de virtudes describe la tercera edición de los premios E-Woman, organizados por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA y su grupo editor, Prensa Ibérica. Los galardones tienen como objetivo la lucha activa, mediante la visibilidad de ese talento antes mencionado, para así alcanzar las metas de la paridad de género, la igualdad de oportunidades y la incorporación plena de la mujer en el ámbito laboral, especialmente, en aquellas actividades relacionadas con la ciencia, la tecnología y la innovación.

Cuando se premia a mujeres que han iniciado su propia aventura personal en negocios innovadores en el campo agroalimentario o a quienes han permanecido tras el mostrador de la humilde, pero bien surtida tienda de un pueblo donde la emigración es la triste protagonista, se reconoce, además del esfuerzo personal de cada una, el papel determinante que las mujeres juegan en la lucha contra la despoblación. Ellas son las primeras en emigrar, pero también pueden dar la vuelta a esa inercia mortal para los pueblos zamoranos. Una mujer y las facilidades para que su negocio innovador pueda salir adelante, son la mejor garantía contra la sangría demográfica.

Negocios e iniciativas que necesitan mucho más que buenas palabras. Que requieren con urgencia disponer de una red digital con las que lanzar al mundo sus productos. Las ayudas institucionales son importantes, no solo en el estímulo financiero sino, sobre todo, como constructoras de una administración mucho más ágil, con tramitación sencilla y asesoría profesional para que las ideas se transformen en realidades duraderas capaces de crear más puestos de trabajo. La valentía de quienes se lanzan a la creación de una empresa, de quienes resisten en el campo asumiendo la transformación tecnológica que exigen los nuevos tiempos, no puede estrellarse contra muros levantados por una compleja burocracia de despacho, ajena a los tiempos que marcan la vida real. Esa vida real para la que dos años de espera en licencias y permisos supone pérdidas económicas, de ilusión y finalmente, de vida para provincias al límite como Zamora. Perder talento es el mayor disparate para cualquier sociedad. Pero cuando esa sociedad se encuentra al borde del abismo demográfico, los problemas generados por la lentitud del mecanismo ralentizado de los despachos enmoquetados provocan un auténtico suicidio.

Con pandemia o sin pandemia, tenemos que continuar avanzando y animando a las niñas y jóvenes para que se sientan capaces y elijan, con libertad, el futuro que quieran para sí mismas y para el mundo al que tendrán que hacer frente

El talento femenino necesita visibilizarse cada día. El empuje es, hoy, si cabe, más necesario ante el escenario de cambio e incertidumbre en el que nos movemos. Todos los observatorios, incluidos los de la ONU y la Comisión Europea coinciden en señalar que la pandemia, que aún no hemos superado, ha exacerbado las desigualdades existentes entre mujeres y hombres en casi todos los ámbitos de la vida revirtiendo los logros de los últimos años.

Las mujeres están en primera línea de las consecuencias del COVID-19 y se ven más afectadas por ella. Los datos señalan el aumento de la violencia doméstica, la violencia de género, cuya erradicación es un paso ineludible si queremos esa ansiada paridad.

Las mujeres han estado y siguen estando en el frente contra la pandemia: conforman el 76% del personal sanitario y de asistencia social, así como el 86% del de cuidados personales en los servicios de atención sanitaria. Mujeres que han sufrido un aumento sin precedentes de la carga de trabajo, del riesgo para la salud y de las dificultades para conciliar la vida familiar y la profesional. La sobrecarga del trabajo por el cuidado familiar sigue sin repartirse y las de las cuidadoras son horas que, o no son remuneradas por ubicarse dentro del ámbito del hogar, o pertenecen a los sectores con mayor precariedad en salarios y contratación.

Las mujeres se han visto gravemente afectadas por la pandemia en el mercado laboral, están sobrerrepresentadas en los sectores más afectados por la crisis, como el comercio minorista, la hostelería, los cuidados y el trabajo doméstico, porque esos empleos no se pueden ejercer a distancia, no existe “teletrabajo” que sustituya la presencialidad.

Son también quienes encuentran más dificultades para reincorporarse al mercado laboral pasado el confinamiento. La postpandemia, esa nueva normalidad que no termina de llegar, tampoco trae aparejados cambios en la consecución de la igualdad. La EPA del último trimestre en Zamora, que es nuestro territorio de referencia, señala que la tasa de actividad entre las mujeres no llega al 46%, 11 puntos menos que la de los hombres. La precariedad y el paro afecta más a las mujeres, cinco puntos más, hasta llegar al 13,5%.

Pero la lucha contra el COVID ha servido también para reflejar el trabajo y el talento de un buen puñado de mujeres, aunque en los organismos creados para responder a la pandemia siguen siendo mayoría los hombres.

Sin embargo, de lo que se trata es de mirar hacia el futuro, más allá de ese horizonte de incertidumbre, y en esa visión del nuevo mundo que habrá que construir cuando hayamos superado del todo esta pandemia, el papel de la mujer debe y tiene que ser protagonista. En momentos en los que cunde la desesperación por la conjunción de las crisis sanitaria y económica, a las que no se les acaba de ver la salida, necesitamos líderes con un elevado nivel de inteligencia emocional, capaces de gestionar el miedo que atenaza a la sociedad actual.

Y, solo por los roles que han tocado desempeñar a las generaciones que nos preceden, por esos obstáculos que llevan siglos sorteando, las mujeres saben gestionar mejor las emociones de quienes les rodean. Seguramente eso explica la correlación directa entre las empresas con un número significativo de directivas y los buenos resultados económicos de las mismas, según los datos de expertos.

Las mujeres han sido y son motores del cambio social, artífices y pioneras, por ejemplo, en acciones encaminadas hacia la sostenibilidad que demanda el planeta. No se puede retroceder. Así lo han entendido incluso a la hora de confeccionar las bases de los fondos de recuperación de la Unión Europea, al identificar la igualdad como uno de los elementos a tener en cuenta a la hora de financiar esos proyectos que deben servir para reconstruirnos. La resiliencia, esa capacidad para superar las dificultades, es otro atributo femenino. Lo afirman así autoridades en el conocimiento de las emociones humanas, como el psiquiatra Luis Rojas Marcos.

Aunque no hace falta recurrir a especialistas si se reflexiona sobre las enseñanzas que dejan las generaciones de abuelas y madres. La vida diaria está llena de ejemplos a seguir hoy en día: trabajadoras, pequeñas empresarias, agricultoras, ganaderas, que se levantan cada mañana para poner en pie la economía de sus casas, de sus negocios y con ellas las de todo un país.

Con pandemia o sin pandemia, tenemos que continuar avanzando y animando a las niñas y jóvenes para que se sientan capaces y elijan, con libertad, el futuro que quieran para sí mismas y para el mundo al que tendrán que hacer frente. Cada paso cuesta, pero con todo el talento y la inteligencia emocional de esa mitad de población, tantas veces invisibilizado, seremos capaces de trazar el camino hacia una sociedad más justa, más equilibrada y lograr un mundo más compasivo, dejando atrás el actual para construir otro mucho mejor que se convertirá en la mejor de las herencias para las generaciones venideras.