No sé si será la niebla de estos días que no deja ver con claridad, pero sigo sin entender por qué se insiste desde las instituciones provinciales en que nos declaren zona escasamente poblada como Teruel, Cuenca y Soria, cuando esa reivindicación contrasta con los discursos políticos del pasado fin de semana que coinciden en que esta provincia no sólo tiene futuro, sino que ya está aquí.

Porque los proyectos de todas las instituciones en Zamora van a cambiar el carácter pesimista de nuestra gente, ¡vaya por Dios!, que en lugar de quedarse a emprender, emprenden camino hacia otras tierras equivocadamente, claro está. En Zamora también se puede vivir, también se puede trabajar y hasta también se puede triunfar –nos dicen.

Si lo malo es que la pensión en Zamora está por debajo de la media de España, y que a veces hay que vender las tierras -que no dan nada- y empeñar las casas para entrar en las residencias

Así que los que llevamos casi toda la vida en los límites provinciales y hemos visto irse a tantas generaciones en su mayor parte sin querer, vamos a tener que cambiar el sentimiento pesimista hecho de adioses y ausencias para apuntarnos al optimismo que derrochan nuestros representantes políticos que, como sabéis, nada tiene que ver con el mullido sueldo del sillón institucional, sino con esa clarividencia que ilumina a los altos cargos que tienen una visión global y no provinciana, adquirida en sus viajes a las capitales de la región y del reino.

Así que como a veces me contagio del sentimiento pesimista de la vida de quienes tienen a sus jóvenes fuera de la tierra donde les nacimos, y a veces muy lejos. Y como parece que no es bueno dar una visión negativa de esta provincia ni siquiera si en invierno hay más casas cerradas que abiertas y en verano nos quedamos sin embalses donde bañarse los veraneantes, voy a dejar de llorar por la leche derramada y a confiar en todos esos proyectos que se han sembrado en las noticias en la mitad de este otoño de nieblas pertinaces como la sequía del… (¡bien empezamos Laura!). Mejor con optimismo: de este otoño de sementera en nuestros campos (algo mejor que antes, pero el campo…)

Como por edad estoy en el otoño de la vida, cuando sea vieja, -porque silver ya soy según la Diputación que se dirige con ese nombre a los mayores de cincuenta y cinco- voy a estar segura y cuidada porque voy a vivir en una provincia que ha puesto su mirada en “la mi” economía -como decimos en Aliste. O sea, en la silver economy. Porque los silver como yo y otros más silver aún, no somos un problema para la sociedad aunque a veces tiene que cuidarnos. Somos una oportunidad de negocio, un nicho, (¡ya estamos!), o sea, una fuente de empleo, y una inspiración para la investigación y desarrollo.

¿Pero eso no es más que cuidar a los viejos o en residencias como toda la vida se ha hecho? Si lo malo es que la pensión en Zamora está por debajo de la media de España, y que a veces hay que vender las tierras -que no dan nada- y empeñar las casas para entrar en las residencias -que luego cuando vienen mal dadas las cosas como con la pandemia, te acaban dejando morir.

Ya está el pesimismo que no cesa. Lo aclaramos: se trata de que empresas punteras del sector de los cuidados, te monitoricen la casa “estableciendo un control remoto del usuario a través del cual se controlarán las alertas en tiempo real, las rutinas o la gestión de las incidencias”. Y eso lo harán los “acompañantes silver”.

Si lo he escrito con comillas es para no caer en el pesimismo: te ponen cámaras o sensores, en lugares donde no ha llegado ni internet, y te controlan para que no vayas al bar, si lo hay, y para que no te eches ni un amante bandido. Y si lo haces… allí estará el “silver acompañante”, o la guardia civil de siempre.

¡Para eso me voy a una residencia!, según el pesimismo. Pues no, entonces estarás viviendo en una Smart Province, o algo así, y serás una oportunidad de empleo y de investigación, como ya lo son los “conejitos de indias” de Villafáfila, donde se está implantando.

Por si aún no te convence para quedarte a vivir aquí, piensa que algún silver acompañante podrá ser tu nieto que estudió informática, al que podrás seguir dando la propina aunque sea telemáticamente. Y que además habrá un parque tecnológico silver economy en la Aldehuela, donde antes estaba el vivero de empresas que no se dio muy bien (¡Cachis Sodeza!, con el nombre tan guapo que tenía).

Además de este parque tecnológico para estudiar las necesidades de los viejos silver con las pensiones más bajas de España, se va a hacer otro parque tecnológico para la defensa nacional en Monte la Reina, para que los militares que vengan no protesten y sirvan a los intereses de España como lo que son. De paso pueden venir mil o dos mil militares que no vienen a repoblar sino a trabajar.

Con los militares para la informática y los cuidadores silver para la domótica, esto va a ser una revolución.

Y a mayores lo de siempre, lo de la energía. Tras fracasar la hidroeléctrica que vació los pueblos para inundarlos y luego siguió vaciando los que quedaron a flote, y una vez que no pusieron la nuclear en Sayago, están siendo sensibles con la reserva de la biosfera –que también lo somos en Zamora- y están llenando las tierras con energía verde o green energy, como la solar y la eólica. Y la fábrica de bioetanol de Barcial del Barco. Todo smart y green.

Algo menos green, pero no vamos a poner pegas al desarrollo rural, son las macrogranjas, que son la leche, sí.

Y vuelta al pesimismo. El mismo fin de semana en que todo era futuro, los agoreros que siguen viviendo en la Zamora que aspira a ser considerada zona casi despoblada siguen empeñados en dar una mala imagen de nuestra tierra, con lo que espantan a los inversores como ya han espantado a los militares. En la provincia de Cuenca que ya tiene la suerte que reivindicamos en Zamora de estar despoblada del todo, siguen protestando contra las macrogranjas; en Valladolid se reúnen las plataformas de la sanidad de todas las provincias para denunciar el cierre de consultorios; en Toro siguen diciendo que las torretas eléctricas de los parques eólicos les destrozan la campiña y el buen vino. Y los ganaderos de vacuno de leche ya no lloran por la leche derramada sino que la derraman para denunciar que los bajos precios impuestos por las industrias lecheras no llegan para pagar los gastos de producción. Que se arruinan.

Para lo que me pagan por la leche, la tiramos por el suelo O como cantaban los clásicos pesimistas de siempre como Carlos Puebla: “Para la leche que da la vaca que se la coma el ternero”.

Pero hoy me he propuesto ser optimista por la imagen de mi tierra. Y por si no hay bastante con vivir en un territorio silver, con parques tecnológicos sin nuevas tecnologías, pionera en la producción de energía: smart y green en definitiva. Por si todo eso no acaba de convencer a los lugareños, siempre podremos visitar el consulado de Georgia que a la chita callando se ha instalado sin inauguración en el Ruta de la Plata. En el estadio, porque el tren sigue cerrado.

¡Si es que no puedo con el pesimismo del optimista bien informado! ¡Esto es la leche! O this is milk para ser moderna ¿no? Si no fuera que la leche está por los suelos.