Después de todo lo que hemos pasado, después de todo lo que hemos sufrido tras la llegada del SARS-CoV-2, ¿cómo es posible que los investigadores quieran seguir fabricando en sus laboratorios bichos de esa calaña, por muchas y fundamentadas razones que quieran darnos y por mucho que con ello se ayuden a facilitar las investigaciones de la enfermedad? Ciertos experimentos producen más miedo que otra cosa.

Caín y Abel, ya tienen sus correspondientes de laboratorio. Ha sido un equipo de investigadores de la Universidad de Rockefeller, en Estados Unidos, junto con el Instituto de virología e Inmunología de Suiza, quienes han logrado crear un virus “hermano” del SARS-CoV-2, que a diferencia de este, podría impulsar y facilitar las investigaciones de la enfermedad. Eso se desprende de un estudio publicado por la revista científica ‘Sciencie’ que tantas noticias nos proporciona.

La cosa debe tener su complicación, sin embargo nos tranquilizan diciendo que los experimentos están en buenas manos Para reducir el riesgo relacionado con las investigaciones del COVID-19, los virólogos han creado replicones del SARS-CoV-2, unidades de ARN autorreplicantes no infecciosos pero idénticos al virus real. Parece pura ciencia ficción cuando es, simplemente, la realidad pura y dura. Sabido es que la realidad supera siempre a la ficción.

Resulta que el ARN (ácido ribonucleico), de los replicones en cuestión contiene toda la información que el virus necesita para replicarse y hacer copias de sí mismo pero carece de instrucciones para la producción de las proteínas que permiten que el virus ingrese e infecte las células humanas. “Con este sistema los científicos podrán probar medicamentos contra el SARS-CoV-2 y sus variantes y evaluar los anticuerpos neutralizantes, todo de una manera más rápida y en entornos de bioseguridad más bajos”. Que bien nos hubiera venido esa información en 2019.

Qué pena que todo esto no hubiera estado disponible cuando la Covid entraba en nuestras vidas, desbaratando nuestra salud. Menos mal que frente a Caín, siempre hay un Abel, aunque sucumba a su maldad. Cierto es que no siempre gana el mal, como tampoco no siempre gana el malo. Los laboratorios tienen sus peligros. A estas alturas pocos son los que dudan de que el temido SARS se escapó, por accidente o por maldad, de un laboratorio chino, dicho de forma muy gráfica. Intentar culpabilizar a animalitos del planeta azul con los que siempre hemos convivido no dejaba de ser una forma de jugar al despiste, de tratar de justificar lo injustificable que, quién sabe, algún día se sabrá con absoluta certeza.

Desarrollar una réplica del virus, no contagiosa, para combatirlo conlleva riesgos pero también ofrece esperanza.