No sé si se han desatado las iras del Averno, si hay un virus que aboca a la violencia o si es que buena parte de la población en España se ha desquiciado de malas maneras, lo cierto es que son ya demasiados los episodios de violencia que no hacen otra cosa que engendrar más violencia. ¿En qué país del orbe comunitario se ha visto lo que últimamente, con demasiada frecuencia, se ve en España? Que uno o varios jóvenes, presos de un ímpetu bestial, provoquen a la Policía e incluso les hagan objeto de agresiones salvajes.

La desprotección de la Policía Nacional frente a los bárbaros que vienen de todas las latitudes es palmaria. Encima, si se defienden, los de “asuntos internos” y un sector de la población que no tiene ni repajolera idea, arremete contra ellos como si fueran los malos de la película. ¿Cómo es posible que alguien se pueda molestar porque se le indique que se ponga la mascarilla en un transporte público? Eso se le ocurrió hacer a un policía de paisano, que no obstante se identificó como agente de la autoridad, y la que le cayó encima ha acabado con el agente en el hospital con lesiones de pronóstico grave y el rostro desfigurado. El agresor, extranjero. Contemos las cosas como son. Eso en Zaragoza, pero es que en Madrid le ha pasado otro tanto de lo mismo a un policía nacional.

La quiebra del principio de autoridad empieza a ser preocupante. Y los policías sin poder ejercer su derecho a la defensa propia. ¡Tiene bemoles! Pues que se entere todo el mundo que la autoridad sufre 26 atentados al día que se saldan con lesiones de distinta gravedad. Si en 2020, este problema empezó a ser preocupante, en 2021 es más alarmante todavía. El Sindicato Unificado de Policía ha puesto el grito en el cielo, con razón. Me sumo a su cabreo y a su preocupación. Esta situación no puede ni debe prolongarse más.

Estoy de acuerdo con el SUP en que la policía sufre una continuada desprotección “legal e institucional”. Esta percepción no es exclusiva de la policía patria, se extiende al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y a muchos ciudadanos que no podemos permanecer pasivos y callados, ante esta escalada de violencia. Y el ministro Marlaska sin pronunciarse y sin inmutarse. La Policía Nacional para defenderle, para protegerle, para salvaguardarle de cualquier eventualidad, pero cuando de proteger y apoyar a la Policía se trata, los Marlaska de turno hacen mutis por el foro.