Con la cantidad de cheques y bonos que han inventado todas las administraciones incluso compitiendo entre ellas, me parece imposible no haber tenido derecho a cobrar ninguno en mi ya larga vida a esos efectos, y creo que tampoco cobraré en los años que me rondarán morena. Y no me refiero a los cheques y bonos bancarios -que apenas he cobrado los primeros ni he comprado los segundos por mi desconfianza pseudomarxista hacia los productos financieros- sino a esas cantidades que las administraciones abonan por distintos conceptos y según las circunstancias.

Por el mero hecho de nacer en un pueblo de Zamora de menos de 1.000 habitantes, ya eres merecedor de un “cheque bebé” que la Diputación entrega a la familia para incentivar la natalidad. Huelga decir que todos los años sobra dinero del presupuestado para este fin y que Zamora sigue despoblándose. Y eso que se da el cheque aunque la mayoría de los niños nacen en el hospital de la capital o de Benavente. O tal vez por eso: porque vivir en la zona rural zamorana es hacerlo lejos de la atención sanitaria.

Para acercarnos a esa atención sanitaria que ya no se dispensa en el consultorio del pueblo, la Junta está implantando el “bono rural sanitario”, por el que gratuitamente podrás ir al consultorio abierto menos lejano a través del transporte a la demanda ¿Y cómo se demanda? Pues a través de internet, para lo cual hay que consultar el “bono conectividad”.

Una vez nacido con el “cheque bebé” bajo el brazo, hasta que cumplas tres años y vayas a la escuela puedes acceder al “bono concilia” de la Junta, siempre que tus dos padres trabajen –una utopía casi- y cobren un sueldo casi miserable –eso sí es posible. Todo ello debidamente acreditado para recibir un único pago de 750 euros que suponen 2 eurazos diarios para conciliar ¡Menos mal que a partir de los tres años la educación es gratuita y a partir de los 6 es obligatoria! Porque hay que recordar que la derecha política sigue defendiendo dar un “cheque escolar” a cada familia para elegir centro educativo frente al derecho universal a la educación. Aquí se empieza a ver la diferencia entre bonos y derechos.

Ejemplos sobran sobre la diferencia entre un bono o cheque por caridad que las instituciones dan voluntariamente como una limosna, y un derecho universal que la ciudadanía exige por justicia social

Si cumples 18 años, a partir del año que viene podrás cobrar del estado un “bono cultural” para actividades como comprar libros y asistir a espectáculos de cine, teatro, música o danza. La polémica en este caso es con los defensores de los toros como espectáculo cultural, y el problema si vives en Zamora es que en los pueblos no hay donde gastarlo. Ni en toros ya.

Si todavía eres joven y estás emancipado –tal vez haya algún caso- el Gobierno va a implantar el “bono vivienda joven” para alquiler. La dificultad para cobrarlo, además de la emancipación por falta de trabajo, es convencer al inquilino de la estabilidad de los ingresos. A cualquier edad y si no te llega para pagar el alquiler, la Junta tiene un “bono vivienda” con miles de requisitos, entre ellos no tener deudas cuando las familias que no pueden pagar el alquiler están endeudadas hasta las cejas ¿Estos bonos pueden sustituir al derecho a la vivienda recogido en la Constitución?

Si ya estás instalado en una vivienda, sigues siendo igual de pobre y tienes frío, puedes optar al “bono social eléctrico” o al “bono social térmico”. Para más información, en las oficinas del País Vasco de Iberdrola o en otro lugar de otra empresa suministradora. El descuento corre a cargo del estado, claro. Y no te preocupes por la subida de la luz, porque si tienes pobreza energética para esto este año se ha inventado el “cheque Mañueco” de 130 euros a cargo de la Comunidad ¡A ver quién da más!

Si aún sigues siendo vulnerable o pobre de antes, no te preocupes porque se está estudiando conceder un “bono de conectividad” para pagar el coste de la conexión a internet y poder acceder telemáticamente a todos los demás bonos sin salir de tu pueblo. Eso sí, si hubiera conectividad que poder pagar en tu pueblo incluso sin bono.

Seguro que hay muchos más bonos, porque cada comunidad, ayuntamiento y demás instituciones tienen los suyos autóctonos. Y como empezaba este escrito afirmando que no he tenido derecho a cobrar ningún bono –que en mi caso es una suerte porque he tenido derechos- me ha entrado una duda sobre uno reciente, el “bono turístico”, que ha creado la Junta para reactivar el sector tras el COVID. Y tras consultar si podría obtenerlo para algo tan sencillo como comer en la ciudad de Zamora ¡nada!, imposible: en Zamora no hay establecimientos, y en toda la provincia tan gastronómica sólo hay uno en Lubián y otro en Toro. Eso sí, en alojamientos aumenta la oferta, por lo que tengo que rectificar y decir que no puedo cobrar un bono para comer en mi ciudad pero sí para alojarme ¡Por fin! Creo que cumplo los miles de requisitos y tengo que estar atenta a los plazos y llegar antes de que se agote el crédito.

Este bono y otras ayudas que se crearon tras los cierres de la pandemia están justificados porque son temporales y para una situación excepcional. Fueron todas las instituciones las que colaboraron, desde los ERTES especiales que aún continúan hasta los “bonos solidarios” del ayuntamiento de Zamora para ayudar a las personas en paro y a los pequeños comercios, que también se ha implantado en otros municipios.

Todos estos ejemplos dejan bien clara la diferencia entre un bono o cheque por caridad que las instituciones dan voluntariamente como una limosna, y un derecho universal que la ciudadanía exige por justicia social: frente al cheque bebé, y el bono concilia, educación infantil gratis y servicios sociales; frente al bono vivienda, derecho a la vivienda; frente al bono rural sanitario, consultorios en los pueblos; frente al bono cultural, comunicaciones para acceder a la cultura y conectividad a internet; frente a todos los bonos a los vulnerables, derecho al trabajo y al salario social.

(*) Portavoz de IU en la Diputación Provincial