Los periodistas suelen decir que no quieren que sus hijos lo sean. El oficio no tiene buena prensa: muchas horas, menos dinero, los sobresaltos, a veces el riesgo. Es un fenómeno en el que merece la pena detenerse: muchas de las personas que se quejan de esta vida un poco perra tampoco se imaginan dedicar la suya a otra cosa.

Lo más difícil en el periodismo -ahora ya casi heroico e inaceptablemente precario- es lo que en el gremio se ha llamado siempre “entrar en la rueda”. Es decir, si empiezas pronto a trabajar en medios es probable que, si quieres, sigas en el circuito. Si no, casi imposible que llegues a poner un pie dentro. Una pescadilla que se muerde así la cola.

El periodismo mutará y batallará siempre porque va en su naturaleza pero existe para quedarse

Claro que esto lo escribo desde la perspectiva de los periodistas que hemos llegado a conocer -y a disfrutar- el viejo periodismo: con el que te ganas la vida, con el que viajas, con el que conoces realidades y personas a los que la mayoría de nosotros no tendríamos acceso de ninguna otra manera. “El mejor oficio del mundo” no me parece la frase más precisa de Gabriel García Márquez, pero una manera bastante divertida de pasar tus días sí es.

Que trabajemos en algo que nos gusta es también nuestra peor condena. Demasiados aprovechan la vocación, el entusiasmo, para pagar con monedas con las que no se come: “exposición”, “visibilidad”, “que te conozcan”. Los periodistas somos mejores denunciando las injusticias ajenas que las propias, y de esos polvos estos lodos.

En ese panorama no tan halagüeño hubo esta semana un destello: periodistas emocionados bajando a comprar un diario en papel en 2021 sin que sea domingo y contándolo, como un acto de renovación de fe colectivo.

Hablo del nacimiento de “El Periódico de España”, la nueva publicación de la misma casa a la que pertenece LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, Prensa Ibérica. Un hito que me recordaba estos días a cuando nos reunimos junto al televisor el 7 de noviembre de 2005 para seguir el inicio de emisiones de Cuatro con Iñaki Gabilondo.

Lo que se celebra en estas ocasiones es algo más grande que el nacimiento de un medio concreto, es la promesa que representa. Es un “seguimos aquí”, para los que tanta prisa tienen en darnos por muertos.

El periodismo mutará y batallará siempre porque va en su naturaleza pero existe para quedarse. Me atrevo con esa certeza porque llevo 14 años rodeada de gente que no vive esto solo como un trabajo y conozco pocas fuerzas tan poderosas como esa. Esta semana volvimos a probarlo: el periodismo todavía nos hace ilusión. Y de la ilusión no se vive pero sin ella tampoco.