Lo del tren “madrugador” de Zamora a Madrid tiene visos de convertirse en un serial. Ingredientes no le faltan: drama, nervios, resignación y silencios, muchos silencios… Incluye la puesta en escena una especie de voz en off que va narrando los acontecimientos desde los altavoces de la estación a los actores-espectadores involuntarios que cada semana nos vemos forzados a interpretar nuestro papel: “El tren ha sufrido un fallo mecánico, en breves momentos les anunciaremos una nueva vía, el tren con destino Madrid Chamartín acumula 65 minutos de retraso”… Un guion endiablado en su argumento y malo, por previsible: devoluciones parciales de billetes y la gran evasión de responsabilidades.

Se me ocurren varias alternativas para garantizar un buen desenlace: la batalla contra un tren que cada semana da muestras de que no funciona, el cambio en los protocolos para garantizar el relevo inmediato del tren rebelde, la implantación de un sistema de abono que flexibilice los cambios, abarate los billetes y ofrezca garantías a los profesionales… La fórmula del éxito es conocida, y ya no aspiramos a un final feliz, sino a uno épico.

Celia Guilarte Calderón de la Barca