Los genuinos, los auténticos, los que lo llevaron a gala durante su larga y fructífera trayectoria musical, son Isaac y Paco, Paco e Isaac Gallego. Dos zamoranos de Sitrama de Tera que han cantado como nadie a España y a esta su tierra. Dos hombres de bien. Dos músicos curtidos en mil batallas que les llevaron por medio mundo cosechando éxitos que permanecerán en los anales de la historia de la música.

Podrían seguir su carrera que nunca decayó, muy por el contrario, pero ahora prefieren reunirse en petit comité con amigos de verdad, ejerciendo de anfitriones, cantando y tocando la guitarra. Por cierto, Paco, trata a su guitarra como si del cuerpo de una mujer se tratara, versionando temas inmortales. Del bolero y las rancheras al rock menos duro, Paco es capaz de dejar al mismísimo Carlos Santana y su banda a la altura del betún. A la voz de Isaac le ocurre lo que al buen vino, a más años más fuerza, más solera, más buqué. Y a fe que da gusto escucharles, solos o a dúo, haciendo revivir a los dos españoles que llevan dentro.

En su fortaleza, un castillo construido por ellos, que antes fue una bodega y ahora es un santuario donde disfrutan con sus amigos, celebraron hace unos domingos, al amor de la mejor paella que he probado en mi vida, un encuentro que sirvió para dar a conocer a los asistentes, una de sus últimas composiciones, ‘Canción para un torero’, que han dedicado al diestro de Villamor de los Escuderos, Alberto Durán. Es una composición pegadiza, con una letra entrañable. Una canción que se canta y se tararea fácilmente. Una canción que han incorporado a su extenso repertorio en el que España y los valores que atesora la patria, de norte a sur y de este a oeste, están omnipresentes.

Hasta el maestro Andrés Vázquez se arrancó por alegrías. Isaac y Paco son dos personas que tienen una enorme capacidad para la concordia, para generar amigos, para hacer la vida feliz a cuantos les rodean. Aunque, en su tierra natal, los artífices del Monumento al Camionero han recibido algún que otro homenaje, Zamora sigue siendo cicatera, en materia tal, con quienes, no obstante, han paseado su nombre en loor de multitudes por medio mundo.

A veces no saben a quién dar premios o los mal conceden, cuando en realidad Zamora cuenta con tantos y tan extraordinarios destinatarios, como Paco e Isaac, sobre los que en justicia no podemos consentir que la pátina del olvido se apodere de su recuerdo, de sus discos y de sus actuaciones multitudinarias. ¡Va por vosotros, amigos!